sábado, 17 de enero de 2015

La lectura en voz alta: entrevista a Ana Garralón.

Versión impresa del diario La Mañana. Formosa, Argentina.





En el artícuto Leer en voz alta, el mejor regalo publicado en su blog, Ana Garralón sostiene: "La lectura en voz alta, dicen los expertos, permite a los más jóvenes acceder a lecturas que por sí mismos no podrían leer pues se trata de textos más complejos y ricos en vocabulario. Al escuchar se aumenta la comprensión, permitiendo elaborar imágenes mentales de las escenas, y se facilita la relajación y la concentración." 

Juan Páez ¿Cuándo y cómo nace tu interés por la lectura en voz alta?

Ana Garralón: Desde hace más de 15 años trabajo en temas relacionados con los libros infantiles (crítica, promoción de lectura, evaluación, etc.) y me parece que es una de las actividades más sencillas y efectivas de crear lectores. 

JP: ¿En la actualidad, crees que esta práctica ha perdido terreno?

AG: Estoy preparando un libro sobre el tema y, en cada uno de mis viajes por América Latina, pregunto a conocidos y amigos: creo que es una práctica muy viva. Incluso he encontrado adultos que la ejercen: una conocida le lee cada mañana a su madre enferma; una pareja se lee uno al otro; a una amiga le encanta cuando su pareja le lee poesía. Por otro lado, en países como Alemania los autores acostumbran a leer en voz alta sus libros ante grandes auditorios que, por cierto, han pagado entrada. En algunas casas de cultura hay incluso en la programación la lectura en voz alta, y durante un semestre, de obras como En busca del tiempo perdido.

JP: ¿Qué importancia tiene la lectura en voz alta en la niñez? ¿Y en la adolescencia?

AG: Aparte del vínculo afectivo que genera el acto generoso de leer en voz alta y el no menos interesante de escuchar, la lectura en voz alta permite conectar con obras cuya lectura individual sería compleja, y acceder a un corpus literario mucho más extenso, con todo lo que esto significa: adquisición de vocabulario, figuras retóricas más complejas, relaciones con la tradición literaria. 

JP: Es raro que en las aulas de niveles como el secundario o el universitario se realicen lecturas en voz alta. ¿A qué crees que se deba esa ausencia?

AG: Ocurre lo mismo que en los hogares: cuando los niños tienen ya diez, once o doce años, los padres dejan de leerles. Por un lado los niños prefieren la aventura de leer solos antes de dormir, y por otro, se considera que ya son mayores para hacer sus propias lecturas. Sin embargo siempre recuerdo el libro de Daniel Pennac, Como una novela, donde recuerda la importancia que tuvo en su vida de adolescente aquel loco profesor que llegaba a clase, vaciaba su mochila y sacaba un libro para leerles. 

JP: ¿Qué lugar ocupa en relación a la comprensión lectora?

AG: Como ya he dicho: la posibilidad de adquirir un mayor vocabulario y concentrarse en las figuras retóricas y todo lo que evocan. 

JP: Una novela, un ensayo, un artículo científico, etc. ¿Hay textos que pueden ser leídos en voz alta y otros que no?

AG: Hay libros que no son literarios que pueden leerse perfectamente en voz alta: una biografía, un libro de viajes, un buen ensayo. Para los textos más científicos, siempre funciona elegir algún pasaje interesante, algún capítulo curioso. En uno de mis talleres, una madre contó que, influida por lo que habíamos hecho en el taller, esa noche eligió un libro para leer sobre los dinosaurios. Y nos relató cómo había sido de fascinante esa lectura para los dos. 

JP: Tuviste la oportunidad de vivir en diferentes países tales como Alemania, Francia y Chile; este año anduviste por Argentina y Colombia, actualmente vivís en España ¿Notás diferencias en cuanto a cómo se entiende y la importancia que le dan, o no, a la lectura en voz alta?

AG: En Alemania, como ya he comentado, hay una profunda tradición de lectura en voz alta. Incluso la producción de audiolibros es monumental, lo que da una idea del interés. En América Latina también encuentro que hay iniciativas muy especiales, por ejemplo, las Abuelas cuentacuentos y su maravillosa labor. 

JP: ¿Qué ejercicios ayudan a mejorar y/o fortalecer esta práctica?

AG: Leer, leer y leer.

JP: ¿Qué aspectos debe considerar el docente que incluya la lectura en voz alta como actividad dentro del aula?

AG: Que tenga un interesante repertorio (los libros malos soportan mal la lectura en voz alta), que dedique diez minutos al día para esa lectura que puede ser el capítulo de una novela que se lee a pedacitos, un poema, una nota interesante… Tal vez, si en la escuela hay sensibilidad por el tema, que los mayores lean a los más chicos, que vengan abuelos y abuelas a leer. Pequeñas acciones que no cuestan mucho y tienen gran impacto.1 

Foto de nota.
Sobre la entrevistada: Ana Garralón nació en Madrid, en 1965, ciudad en la que reside actualmente. Es profesora, traductora y crítica literaria. Vivió en Alemania, Chile, Francia y (casi) en México. Especialista en literatura infantil, ha editado varias antologías de verso y prosa: El gran libro de la Navidad, Si ves un monte de espumas y otros poemas: antología de poesía infantil hispanoamericana, Oda a la bella desnuda) y es asimismo autora de una Historia portátil de la literatura infantil (2001) y una introducción a Cervantes: Cervantes. Guía para jóvenes (2005). Colaboró con la Secretaría de Educación Pública de México en el Programa Nacional de Lectura que se desarrolló desde el 2000 hasta el 2006. En 2014 fue invitada al XIX Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura que se desarrolló en Resistencia, Chaco. Su blog http://anatarambana.blogspot.com.ar/

1- Entrevista publicada en la Sección Cultural del diario La Mañana. (Formosa). Año: LII Fecha: 2 de noviembre de 2014. Pág. 7.

 

jueves, 15 de enero de 2015

Hoy habrá "música para aeropuertos"


música para aeropuertos es un libro hecho de voluntades encontradas. Publicado en 2013 por la Editorial Intravenosa, (Jujuy) contó con la colaboración de Luciana Pedicone Lewin (fotógrafa), Bruno Rojo y Juan Pablo Vinet (artistas plásticos) quienes me permitieron incluir en el libro algunas de sus obras. Agradezco a Diana Bellessi por su atenta lectura y las observaciones realizadas. También a Analía Hounie por los talleres de poesía que organiza desde el Fondo Nacional de las Artes. A Elena Bossi por esta hermosa bienvenida:


Poesía del dolor y de la entrega hecha de decepciones, desencuentros, de  nostalgia ajena rodeada de encajes y del desarraigo propio de un Ulises contemporáneo que deambula, a través de las horas solitarias, una ciudad que declina. Palabras no dichas que llaman al lector a indagar por lo que falta. 

Una poética que desconfía de su origen y se cuestiona acerca de la decadencia del mundo y de la palabra. Tal vez, esa desconfianza sea la responsable de la presencia de imágenes que funcionan como poemas, y a su vez atribuyen a los poemas la sospecha de que podrían ser fotografías, pinturas y dibujos. 

Doy la bienvenida a este primer libro de Juan Páez al que, estoy segura, le seguirán otros muchos.1

Elena Bossi


A continuación, comparto algunas lecturas y fotografías que van llegando: 

Autor: Dario Rivera. (Jujuy)

Escribe Natalia Leiderman para el blog Malón Malón que llevan adelante Patricio Foglia y Tom Maver:

"No es –solamente- porque hace poco lloré en el asiento de un colectivo ni porque siempre me deslumbro un poco cuando el dolor -esa cosa tan visceral tan íntima- se hace material en el ámbito público. No es solo por eso que abrazo a “Ómnibus” como punto de partida. Con una agudeza, al mismo tiempo enigmática y transparente, este poema condensa algo que vibra en todo el poemario “Música para aeropuertos”. ¿Qué significa llorar en el colectivo? Cuando alguien se sienta en el ómnibus y llora, se abre en el silencio compacto de la multitud una grieta luminosa por la que escapa el dolor individual. Esta grieta monta una pequeña representación en la que ese alguien se ve a sí mismo y en la que los otros pueden ver, si se atreven, algo de su propio dolor.  “Quienes no han llorado/ en el asiento de un colectivo/ nunca traducirán esto que nos pasa”.  Aquellos que no se han detenido en el viaje a llorar, se pierden algo; se pierden el reconocimiento de su dolor. “Esto que nos pasa” pasa en al menos tres sentidos: nos sucede, nos excede, y a la vez se nos pasa: es temporal. “Música para aeropuertos” construye una poética del viaje que es, también, una poética de lo transitorio, del dolor y del reconocimiento. Todo, en el universo poético de Juan Páez, se va hiriendo y subsanando en el viaje. En los viajes, mejor dicho. Porque el gran viaje se subdivide, o multiplica, en millones de experiencias fugaces."2
 
Foto: Luciana Pedicone Lewin (Baires)
























Mariela Copa: Bar de hielo en El Calafate.
Hernán Sosa de la Universidad Nacional de Salta escribe:

"La infancia, con una deliberada elección por la figura de la niña -en cuyos avatares del crecer se explora, desde una sutil perspectiva de género, las dinámicas de la microfísica del poder-, constituye un tópico deconstruido en escenas de retos, de castigos y de sacrificio personal, en cuya nimiedad se solapa la fortaleza de los disciplinamientos sociales y se cobija, además, el impensado gesto contestatario, pues: “las niñas desobedientes/ saben que las castigarán/ y aun así se ofrendan en cada cena”. Este universo de signos de infancia de “las niñas desobedientes”, sostenido por el rescoldo emotivo del recuerdo, con sus muñecas, sus canciones escolares, sus pulseritas, sus piedritas, aparece interpelado por las voces desacralizadoras de la mujer, reencarnadas en el palimpsesto del mito occidental, desde donde pugnan por liberarse de la cárcel del lenguaje: Penélope “ha decidido mudar de lengua” en tanto que “liberarse de su nombre ella quiere”, mientras que Helena “quiere (por una vez) dejar de sentir el peso de su palabra."3


noviembre está dedicado a Camila García Reyna.
Hace unos días recibí unas palabras del escritor Álvaro Cormenzana, a quien admiro profundamente y a quien le debo mi música de cada día. A continuación, transcribo algunas de ellas: 

"su cuerpo es una barca/ esta mañana/ en la que cada palabra cuesta", suficiente para entender el misterio del poeta, que sostiene sin pudor que un cuerpo es una barca, no como una barca: es una barca. Al como, propio de la gramática inglesa, el poeta lo esquiva como un gran gambeteador que sabe cómo defender la pelota. No es para nada menor la cosa, mucho menos inocente.
      Está "Helena" que quiere descubrir el peso de sus palabras, dejar de descubrirle al rey los guerreros. Toda una mujer. Helena sabe que su voz, aunque murmurada, durará más que todos esos guerreros que inquietan a cualquier soberano. En "huida", ella no se sabe que "ya no quiere esperarlo/ librarse de su nombre quiere".
"ómnibus" es otro no lugar que por imperio de la poesía muta. Como todo el mundo sabe (aunque el mundo sea tan olvidadizo, como escribió Lucio Victorio Mansilla) la poesía es la mutación de los sentidos, lean si no: "no saben del paisaje/ que también se marcha/ por la ventanilla". En "zona publica", "el que habita detrás del espejo/ no en sus retratos": más de uno lo ha sospechado, seguro. Pasa que Juan Páez lo ha escrito. Y "los grandes poetas nos plagian" ha escrito bien Ortega y Gasset. Punto pal chango"4

De bonito el día de la presentación.


___________________________

1- Elena Bossi estuvo a cargo del prólogo.
2- Leiderman, N. Fragmento. Texto completo disponible en: http://malonmalon.blogspot.com.ar/2014/12/juan-paez-escribe-poemas-para-evitar.html
3- Sosa, H. Fragmento de reseña inédita. 
4- Cormenzana, Á. Fragmento de reseña inédita.

viernes, 2 de enero de 2015

Entrevista a Angélica Gorodischer.


© 2011. Córdoba. Facultad de Lenguas.


Me acuerdo de aquella tarde en Córdoba cuando la escuché hablar de sus obras literarias y quedé, por decirlo de algún modo, absorbido por su voz y con esa voz tatuada en mi memoria. Y su voz se quedó para siempre y lo descubro cuando releo algunos de sus cuentos o novelas porque con las primeras frases siento que es Angélica quien me los lee. La recuerdo con mucho cariño.

Tiempo después, la carrera de Letras de la Facultad de Humanidades de Jujuy la invitó para hablar de su narrativa. Esa vez nos volvimos a ver. Los busqué por el hotel, tomamos café porque hacía mucho frío. Charlamos mucho. Era el principio de la primavera.

Angélica es de esas personas, que a pesar de la distancia, uno nunca quiere tener lejos. En aquel entonces le hice una entrevista para que siempre me acompañara con su voz, sus ideas y su modo de entender y aprender de la vida. Aquí comparto un fragmento y el enlace donde podrán leerla completa (Pág. 90-92) 

Juan Páez: ¿Cómo empezó tu carrera literaria?

Angélica Gorodischer: A los siete años yo supe que iba a ser escritora, porque desde los cinco estaba leyendo todo lo que encontraba a  mano, que era mucho. En casa de mis padres había una biblioteca, mi madre leía literatura, arte, filosofía; mi padre,  literatura gauchesca, historia. Yo, de todo, lo entendiera o no: la cosa era leer. Y leía, leía, leía. Las escritoras nacemos de las lectoras. Si no hay lectura, no hay escritura, o la hay pero  sin valor literario. Yo leí de todo (como aconsejaba sabiamente Aldous Huxley) desde muy chica. Y me apasionaban las novelas de aventuras. A los siete  años me dí cuenta, y me dije “esto es lo que yo quiero hacer”. No empecé enseguida porque tuve mucho que hacer: suspender mi educación para empezar a ir a la escuela, como dijo George Bernard Shaw, ser una excelente alumna (en esos años estaba bien visto ser buena alumna y horriblemente mal visto ser mala alumna), terminar el  secundario, ir a la facultad de filosofía y letras, pelearme con mi mamá, con mi papá y con el mundo entero como   corresponde a toda adolescenta que se respete, dejar la facultad en cuarto año (pensé: ¿qué estoy haciendo acá? Yo no quiero enseñar literatura, quiero escribirla), casarme, tener mis chicos y así por el estilo. Y en un momento poco favorable para esas decisiones (tres chicos chiquitos, marido, casa, jardín, gata, perro, empleo fuera de mi casa), dije “vamos loca, ¿qué querés ser? ¿escritora o una señora que escribe?”. La decisión no era difícil.

JP: Te diste, y das, el lujo de pasar por todos los géneros de la novela ¿El género es algo que planificas, que está previamente “pautado”, o escribís y a medida que avanza la escritura, se va definiendo?

AG: Yo tengo que tener todo planificado y escrito en un resumen. Sé qué va a ser, si novela o cuento, cómo va a ser, quiénes son los personajes, cómo va a empezar, cómo va a terminar. Lo del medio queda un poco difuso. Siempre.
Aclaración: todo lo antedicho me ayuda, pero puedo traicionarlo si me parece necesario.

[Continúa] 
Publicada en Revista Cultural Intravenosa n° 12. Jujuy


Para finalizar esta entrada, comparto una anécdota de la que habló Angélica en aquel encuentro en Jujuy y a la que se refiere en esta entrevista concedida a Silvina Friera* (Página 12). Allí, A.G. comenta: 

"Y hubo pintores que me marcaron muy temprano, como Rembrandt, (Claude) Lorrain y el mismo Ziem. A los cinco años no me cansaba de mirar La ronda nocturna de Rembrandt; es muy dramático, tremendo, no son los fusilamientos de Goya, pero esos hombres con las armas y los faroles me impresionaban. Mi mamá me contaba cuentos así que estaba acostumbrada a oír ‘entonces’. Después de mirar ese cuadro me preguntaba qué pasaba. La primera vez que fui a Amsterdam, a un congreso, me hice un ratito para ir al Rijks Museum. Entré a un enorme salón, todo blanco, y en el fondo estaba La ronda nocturna, que ocupaba toda la pared. Me senté en un banco y me puse a llorar. La gente debe haber dicho “está loca”. Pero a mí qué me importaba, yo estaba con La ronda nocturna. ¡Qué ma-ra-vi-lla! Desde muy chiquita anduve entre libros y el arte.”