Estábamos en el aeropuerto de Jujuy, esperando diferentes vuelos. Sofía nos cuenta de su Navidad en Dubái y sobre este 2015 en el cual se la pasó de avión en avión. En la charla, recordábamos los días vividos en Jujuy, en los encuentros que se daban en los boliches o en la Peatonal, incluso en Reyes. Reíamos, recordando nuestro grupo de amigos. Luego, Azul nos habla sobre sus amores, de sus días en Paris. La miramos, está esplendida como siempre. Con Sofía le elogiamos el vestido que lleva puesto. Es de un género liviano, con la espalda al descubierto y de un color claro, tal vez, beige.
Les cuento -con cierta nostalgia- que antes de mudarme de Jujuy alguien me había comentado que Camila seguía en España, trabajando como RRPP en un boliche de Madrid. Después alguien lo nombra a Emanuel y guardamos silencio.
En este espacio en el cual la frontera entre el sueño y el recuerdo no es tan clara, pienso en que fuimos, y seguimos siéndolo, personas transgresoras, cada cual a su modo. Y que la transgresión es algo que también debe asumirse, mesurarse y canalizarse. Al despertar, sonrío porque sobreviene la sensación de que el sueño ha sido una visita que hace mucho necesitaba para que Juan y Juancito se tomen, otra vez, de la mano.
El grupo Diableros Jujeños se caracteriza
por la frescura de sus melodías. Conformado por jóvenes entusiastas, estos
músicos han sabido imponer una marca distintiva que los diferencia de los otros
grupos. Su ritmo alegre y festivo les permitió recorrer diversos escenarios, compartiéndolo
con grandes exponentes musicales del país y del exterior. En la actualidad, el
grupo está integrado por Santiago Cucchiaro, José López, Javier Pérez. Desde San
Salvador de Jujuy, Diego Beguier, manager del grupo, nos brindó la entrevista
que compartimos a continuación.
Juan Páez: ¿Cómo surge el grupo Diableros
jujeños?
Diego
Beguier: Diableros Jujeños
es un grupo de chicos quienes, desde muy pequeños, aprendieron sobre música para
hoy poder dedicarle un lugar importante en sus vidas. En el norte de la
Argentina, la cultura, la música y el carnaval se viven desde una edad muy
temprana. En Jujuy, por ejemplo, uno puede aprender a tocar instrumentos de
vientos, guitarra y charango en los talleres que ya están incorporados en las
escuelas, o bien, elegir alguno de los que se dictan por fuera de ella y
formarse allí, es decir, estos chicos han preferido la música antes que cualquier
otra actividad. Allá por el año 2010, el destino cruzó a Santiago, Javier y
José Luis quienes dieron inicio a este proyecto.
JP: ¿A qué se debe el nombre? ¿De dónde
nace?
DB: El nombre del grupo alude al diablo del
carnaval, ya que este es un símbolo típico de, tal vez, la celebración más
importante que tenemos en el Norte Argentino. Es el diablo de la alegría y la
algarabía, una imagen muy presente desde que somos chicos e identifica mucho a la
tradición de todos los jujeños
JP: ¿En el transcurso, hubo modificaciones
en sus integrantes? ¿Actualmente, cómo está conformado?
DB: Sí las hubo. Algunos integrantes, como
habían empezado desde chicos con esta aventura de la música, no habían terminado
la escuela secundaria pero, una vez concluida, decidieron seguir otros caminos;
este fue el caso de Emiliano Sierra (batería) y de Maxi Martínez. Este último
hoy sigue una carrera como futbolista profesional, o incluso Sebastian Gilardi,
quien se encuentra en Buenos Aires. Todos estos integrantes son de la primera
formación de Diableros Jujeños, luego se uniría, por muchos años y hasta hace
muy poco, Federico Reyna quien, hoy por hoy, decidió emprender otros proyectos
personales. Fede Reyna, en su momento, estuvo como reemplazo de Gilardi.
Actualmente, el grupo está formado por José
Luis López (guitarra y voz), Javier Pérez
(Charango, Vientos) y Santiago Cucchiaro (Vientos), además, una banda y un
staff de 10 personas, entre ellos, técnicos, asistentes y manager.
JP: El grupo compartió escenario con
importantes artistas nacionales e internacional. Entre otros, Los Kjarkas, Los
Tekis, Abel Pintos, Los Nocheros, Jorge Rojas, Los Huayra, El Chaqueño
Palavecino. ¿Recordás alguna presentación que haya sido significativa para el
grupo?
DB: Una de las primeras grandes experiencias la
vivimos en la capital de Jujuy cuando, en una producción propia, contamos con
Abel Pintos como número central y nosotros como teloneros; en esa oportunidad, asistieron
más de 3.000 persona. A ello, podemos sumarle la experiencia de la peña que
organizamos para carnaval en Humahuaca y que contó con la asistencia de más de
6.000 personas. No obstante, los escenarios más importantes que pisamos, sin
dudas, son los de Cosquín (2013, 2015) y Jesús María (2015). Otro hecho
significativo para el grupo fue el premio Revelación del Festival Nacional de
Jineteada de Diamante en Entre Ríos (2013).
JP: En el repertorio del grupo, nos
encontramos con distintos ritmos ¿Cómo definirías el género musical del
grupo?
DB: El género sería folclore andino, aunque
con fusiones de distintos ritmos como el pop, reggae, cumbias. Tratamos siempre
de innovar en los ritmos y no cerrarnos a ningún estilo musical.
JP: En 2012, grabaron el primer trabajo
discográfico y contó con invitados importantes
DB: Al ser el primer disco que grabábamos en
un estudio fue una gran experiencia. Estuvimos acompañados y asesorados por
grandes músicos tales como Tony Izkierdo, Raúl Lavadenz, Darío Pacheco y muchos
otros que nos acompañaron, de una u otra forma, en el proyecto del disco.
JP: ¿Cómo los recibe el público de otras
provincias? ¿Han visitado la zona del Litoral? ¿Tienen pensado pasar, en algún
momento, por Formosa?
DB: Siempre es una gran sorpresa sentir el
cariño de la gente, sobre todo, en aquellos lugares que nunca pensamos que
llegaríamos haciendo esto que tanto nos gusta y que es compartir nuestra
música. Como te mencionaba antes, nos toco estar en la zona del litoral cuando
visitamos Diamante en el Festival de la Jineteada, fue una hermosa experiencia.
La gente y los organizadores nos trataron muy bien. Todavía no tuvimos la
oportunidad de llevar nuestra música a Formosa, pero sí está en nuestros planes
hacerlo en un corto plazo, esperamos que sea muy pronto.
Entrevista publicada en la Sección Cultural del diario La Mañana - Formosa. Año: LIII Fecha: 17 de mayo de 2015. Pág. 6.
La Alicia la trae a la Maruja, la Maruja la trae a la Irene,
después la mamá me dice: "Acompañala". Sayate es toda una historia.
Sayate… llego con las cosas y no fui sola, fui con otra amiga, con
Marta, ella también quería trabajar y me acompaña. Primero llegamos a
Abra Pampa y teníamos que buscar cómo llegar a la escuela que nos habían
designado. Llegamos en un camión, un tierral. Llegamos a la escuela y
vemos que, vemos que era una choza. Resulta que entramos a la escuela
semejante agujero en el techo y le digo a la persona que nos abrió la
escuela “si llueve, nosotras estamos mirando el cielo desde aquí” le
digo y entonces me dicen justo unos padres que se habían acercado, me
dicen “bueno señorita si usted no se anima a vivir acá entonces tenemos
la otra escuela que está en construcción. No sé, serían casi diez
kilómetros para atrás”. Estaba sola la escuela. El edificio estaba solo,
no había ni una casa alrededor, la más cerca estaba a tres kilómetros.
Era una pieza chica y una sala larga, pero no tenía ni ventana de
vidrio, o sea, le faltaban los vidrios, techo de chapa, piso de cemento y
todo el material ahí adentro y bueno, nos teníamos que hacer cargo del
lugar. Y estábamos las dos, un tierral y un pedregal y los pozos donde
podíamos tomar agua estaban llenos de sapos y ratones. Así que entonces
la Irene, que tenía el auto, nos llevaba los bidones y nos tenía que
durar toda la semana. Me acuerdo que los primeros días no
había dónde comprar pan. Y venimos y justo nos quedamos sin pan,
entonces, como no conocíamos nada le digo mirá Marta vamos a tener que
hacer pan. Le digo yo hago la tortilla si vos te animas, bueno dice
ella, y resulta que como no conocíamos nada, tratábamos de cortar la
tola. Cortar la tola, ¡Cortar la tola! No podíamos arrancar ni un
pedacito de tola para nada, también semejante planta verde, es que es
imposible cortar la tola cuando es verde. Así que bueno, a buscar
ramitas. Encuentro un poco. Digo con esto ya va a hacer un poco de
braza. No terminábamos de poner nosotras, encendíamos el fuego, no
terminábamos de poner que ya se apagaban; la tortilla, negra. No se
había cocinado nada. Negra y adentro toda cruda. Y nos matábamos de
risa. Mirá Marta, le digo, me parece que no vamos a comer ni la
tortilla. Después la Irene me dio un pequeño calentorcito que funcionaba
con alcohol. Te imaginas: poníamos a las dos de la tarde el jarro con
agua y hervía a las cinco. Y bueno… tomábamos el té así. Una
radio nos acompañaba. La pieza donde dormíamos nosotras era dormitorio,
comedor y todo. Frente a la pieza estaba el mástil. Y para mejor esas
tormentas con descargas eléctricas. Muertas de miedo las dos porque el
mástil terminaba en punta y yo me acuerdo que siempre caían los rayos.
La mamá decía “hay que cubrir todos los espejo”, acostumbrada de la
casa, cubría espejo y espejito. Encima tenía una campana pegada ahí en
la puerta; en la parte de afuera de la pieza, una semejante campana de
acero que había donado la Mina “El Aguilar”. Digo mirá Marta, con esta
descarga, cualquier día va caer un rayo, bajemos la campana, así que
hemos bajado la campana. ¿Y qué? Teníamos terror, como estaba rodeada de
cerro, los rayos cada dos por tres caían porque decían que esos cerros
tenían mineral. El fin de semana no había en qué volver al pueblo,
estábamos desesperadas porque nos quedamos sin pan, sin agua, sin nada.
Salíamos al empalme que era a tres kilómetros y veíamos porque como que
venía un vehículo, nos decía la gente, y salíamos al empalme apuradas y
resulta que no pasaba nada, era solo un remolino así que a veces adentro
de nuevo. No…No había nada en ese lugar. Ya después
conocimos una maestra de Agua Chica que era frente a frente y bueno el
padre iba a buscarla y ahí hemos tratado de comunicarnos para poder
viajar hasta Abra Pampa y volver de nuevo, pero a veces la chica no iba.
Me dice la Irene “entonces cuando vos quieras salir, haceme señas con
los espejitos”. Desde nuestra escuela se veía el techo de la escuela de
ella, de Miraflores, aunque parecía cerquita, estaba lejos. Nos
espejeamos, decíamos, pero ella parece que a veces no veía ni el espejo,
es que la gente del norte se sabía espejear, se mandaban el mensaje con
el espejo que era una seña. Un día que la chica no fue, la Irene ni
mira del espejo, y ya eran las cinco de la tarde y le digo a la Marta,
bueno Marta vamos a la escuela de la Irene, llevemos esto nomás, unas
cuantas cosas: hemos caminado las cinco, las seis, las siete y no
llegábamos a la escuela de la Irene, cuando llegamos a la escuela de la
Irene, la Irene ya se había ido en el último camión que pasaba por esa
ruta.
Resulta que llegamos allá y la escuela, cerrada.
La Irene, ausente, pero gracias a Dios había dejado la puerta abierta de
un comedor que estaba en construcción, así que la señora que vio que
llegábamos ahí, Doña Fortunata Ramos, nos hospedó. Hemos hecho la cama
de chapa y hemos puesto ahí una colcha que nos prestó. Nos hemos muerto
de frío con la Marta porque te imaginás ahí la temperatura es ¿cuánto?
15 grados bajo cero, 10 grados bajo cero. No podíamos pegar un ojo, no
había ni fuego, todo se había dejado con llave. Entonces al otro día más
que volando, nos levantamos a tomar sol y resulta que no venía nadie
que nos pudiera acercar porque el sábado no había vehículo que trajera
comida. Así que rezando, lo que nosotras siempre hemos heredado de la
mamá es que siempre estamos pidiendo al Señor que nos acompañe, que nos
ayude, todo eso… Y justo llegó cerca de la escuela un vehículo, parece
que la señora había pedido que vayan para retirar no sé qué, creo que
las cosas de ella, así que ahí lo hablamos al señor y nos llevó hasta
Abra Pampa, pero ya era el sábado. Casi a las dos de la tarde llegábamos
y teníamos que volver el domingo. No disfrutábamos nada casi.
El domingo era otra historia
para el lunes porque no arrancaba el vehículo. A veces había que empujar y
claro, a veces exponernos un poco porque bueno había que ver a alguien que vaya
por la 40 que era muy poco transitable, menos que la ruta que iba por
Miraflores, que va a Casabindo. Una vez hablando dicen que los de Agua Potable
iban por ese lado y bueno le digo Marta vamos a hablar a Agua Potable que si
nos pueden llevar. “Bueno” nos dicen "nosotros podemos llevarlas pero
hasta el primer cerro nomás." Y bueno sólo hasta el primer cerro.
Llevábamos el agua, llevábamos los libros de la escuela porque era la primera
vez que me hacía cargo de la Dirección, llevábamos la comida y la garrafita de
tres kilos para hacer un té y todas esas cosas. Nos dejan ahí, en el primer
cerro, y de ahí mirábamos nosotros la escuela. Le digo mirá Marta no te hagas
problemas que allá está la escuela nuestra. Mirá se veía una cosita así,
chiquitita, pero le digo ya es la escuela así que hagamos la cortada por acá. Hemos
hecho la cortada y eran las diez, eran las once, eran las doce, eran la una,
las dos, las tres, las cuatro… a las cinco hemos llegado. Caminando con una sed
terrible, veo una casa y le digo bueno en aquella casa por lo menos nos van a
convidar agua. No había nadie; en la otra casa tampoco. La gente se va
cambiando de lugar de acuerdo al momento que debían pastorear a sus ovejas.
Llegamos a la escuela ni la portera, ni los chicos, ni nada… así que… qué
desolación.
Lucía Iglesias estuvo caminando por su ciudad, París, y comparte con
nosotros algunas postales de una campaña lanzada en "La Ciudad Luz". La solidaridad es un modo de ser que, sin dudas, nunca debe pasar de moda.
Versión impresa del diario La Mañana. Formosa, Argentina.
En el artícuto Leer en voz alta, el mejor regalo publicado
en su blog, Ana Garralón sostiene: "La lectura en voz alta, dicen los
expertos, permite a los más jóvenes acceder a lecturas que por sí mismos no
podrían leer pues se trata de textos más complejos y ricos en vocabulario. Al
escuchar se aumenta la comprensión, permitiendo elaborar imágenes mentales de
las escenas, y se facilita la relajación y la concentración."
Juan
Páez ¿Cuándo y cómo nace tu interés por la lectura en voz alta?
Ana
Garralón: Desde hace más de 15 años trabajo en temas relacionados con los libros
infantiles (crítica, promoción de lectura, evaluación, etc.) y me parece que es
una de las actividades más sencillas y efectivas de crear lectores.
JP:
¿En la actualidad, crees que esta práctica ha perdido terreno?
AG: Estoy
preparando un libro sobre el tema y, en cada uno de mis viajes por América
Latina, pregunto a conocidos y amigos: creo que es una práctica muy viva.
Incluso he encontrado adultos que la ejercen: una conocida le lee cada mañana a
su madre enferma; una pareja se lee uno al otro; a una amiga le encanta cuando
su pareja le lee poesía. Por otro lado, en países como Alemania los autores
acostumbran a leer en voz alta sus libros ante grandes auditorios que, por
cierto, han pagado entrada. En algunas casas de cultura hay incluso en la
programación la lectura en voz alta, y durante un semestre, de obras como En busca del tiempo perdido.
JP:
¿Qué importancia tiene la lectura en voz alta en la niñez? ¿Y en la
adolescencia?
AG: Aparte del
vínculo afectivo que genera el acto generoso de leer en voz alta y el no menos
interesante de escuchar, la lectura en voz alta permite conectar con obras cuya
lectura individual sería compleja, y acceder a un corpus literario mucho más
extenso, con todo lo que esto significa: adquisición de vocabulario, figuras
retóricas más complejas, relaciones con la tradición literaria.
JP:
Es raro que en las aulas de niveles como el secundario o el universitario se
realicen lecturas en voz alta. ¿A qué crees que se deba esa ausencia?
AG:
Ocurre
lo mismo que en los hogares: cuando los niños tienen ya diez, once o doce años,
los padres dejan de leerles. Por un lado los niños prefieren la aventura de
leer solos antes de dormir, y por otro, se considera que ya son mayores para
hacer sus propias lecturas. Sin embargo siempre recuerdo el libro de Daniel
Pennac, Como una novela, donde
recuerda la importancia que tuvo en su vida de adolescente aquel loco profesor
que llegaba a clase, vaciaba su mochila y sacaba un libro para leerles.
JP:
¿Qué lugar ocupa en relación a la comprensión lectora?
AG:
Como
ya he dicho: la posibilidad de adquirir un mayor vocabulario y concentrarse en
las figuras retóricas y todo lo que evocan.
JP:
Una novela, un ensayo, un artículo científico, etc. ¿Hay textos que pueden ser
leídos en voz alta y otros que no?
AG: Hay libros que
no son literarios que pueden leerse perfectamente en voz alta: una biografía,
un libro de viajes, un buen ensayo. Para los textos más científicos, siempre
funciona elegir algún pasaje interesante, algún capítulo curioso. En uno de mis
talleres, una madre contó que, influida por lo que habíamos hecho en el taller,
esa noche eligió un libro para leer sobre los dinosaurios. Y nos relató cómo
había sido de fascinante esa lectura para los dos.
JP:
Tuviste la oportunidad de vivir en diferentes países tales como Alemania,
Francia y Chile; este año anduviste por Argentina y Colombia, actualmente vivís
en España ¿Notás diferencias en cuanto a cómo se entiende y la importancia que
le dan, o no, a la lectura en voz alta?
AG: En Alemania,
como ya he comentado, hay una profunda tradición de lectura en voz alta.
Incluso la producción de audiolibros es monumental, lo que da una idea del
interés. En América Latina también encuentro que hay iniciativas muy
especiales, por ejemplo, las Abuelas cuentacuentos y su maravillosa labor.
JP:
¿Qué ejercicios ayudan a mejorar y/o fortalecer esta práctica?
AG: Leer, leer y
leer.
JP:
¿Qué aspectos debe considerar el docente que incluya la lectura en voz alta
como actividad dentro del aula?
AG: Que tenga un
interesante repertorio (los libros malos soportan mal la lectura en voz alta),
que dedique diez minutos al día para esa lectura que puede ser el capítulo de
una novela que se lee a pedacitos, un poema, una nota interesante… Tal vez, si
en la escuela hay sensibilidad por el tema, que los mayores lean a los más
chicos, que vengan abuelos y abuelas a leer. Pequeñas acciones que no cuestan
mucho y tienen gran impacto.1
Foto de nota.
Sobre
la entrevistada: Ana Garralón
nació en Madrid, en 1965, ciudad en la
que reside actualmente. Es profesora, traductora y crítica literaria. Vivió en Alemania, Chile, Francia y (casi) en
México. Especialista en literatura infantil, ha editado varias antologías de
verso y prosa: El gran libro de la Navidad, Si ves un monte de espumas
y otros poemas: antología de poesía infantil hispanoamericana, Oda a la
bella desnuda) y es asimismo autora de una Historia portátil de la
literatura infantil (2001) y
una introducción a Cervantes: Cervantes. Guía para jóvenes (2005). Colaboró con la Secretaría de Educación Pública de México en el
Programa Nacional de Lectura que se desarrolló desde el 2000 hasta el 2006. En 2014 fue invitada al XIX Foro Internacional
por el Fomento del Libro y la Lectura que se desarrolló en Resistencia, Chaco. Su
blog http://anatarambana.blogspot.com.ar/
1- Entrevista publicada en la Sección Cultural del diario La Mañana. (Formosa). Año: LII Fecha: 2 de noviembre de 2014. Pág. 7.