domingo, 4 de mayo de 2014

Homenaje a Néstor Groppa



Néstor Groppa: El retrato de una ciudad interior.  

Por Juan Páez

Tapa de libro. Foto: Juan Páez




Podríamos leer En el tiempo labrador (1966) de Néstor Groppa en clave de retratos: en primer lugar, el de la ciudad; luego el de sus personajes. Si bien se trata de Jujuy, en realidad, la ciudad de la que se nos cuenta podría ser cualquier otra, incluso una que no conozcamos, ya que puede tratarse de una reconstrucción, es decir, una readaptación interiorizada de esa ciudad que, en apariencia, compartimos. No obstante, entre sus páginas encontramos dos personajes, “La María” y “El tipógrafo”. Personajes-romances que, ubicados en la “Parte III”, transitan por las veredas de una ciudad de edificios octosílabos. 

“El tipógrafo” –remito a su lectura, uno de los ejemplares se conserva en la Biblioteca Popular de Jujuy-  es un homenaje: el poema comienza con una dedicatoria que reúne al ser y a su modo de estar en el mundo: “Para todos los que honraron esta noble artesanía”. Esa artesanía de la que se nos habla es el trabajo, pero también el oficio y la vocación. La voz lírica recupera, es decir, pone en valor la prefesión del tipógrafo en ese otro oficio que es la escritura.
Es curioso que este extenso romance comience con una estrofa en cursiva y se cierre con el mismo tipo de letra. Y es que el cuerpo del poema -además de ser un cuerpo fracturado- es un cuerpo tatuado; esas marcas tipográficas abren y cierran el poema, lo dotan de cierta circularidad, reabren el juego de la significación en la diagramación misma.
La voz nos habla de “un solitario cajista”, describe la “Leve la mano artesana”, esa mano remiten a “la caja”, esta al “cajista” y finalmente este al “oficio”. Así, leer el poema es leer el oficio:

Cuando el poeta concluye
una verdad de su signo,
manos obreras la toman
y por los llanos del libro
la aquietarán cual la lluvia
sosegada del rocío,
y será un brote del aire
que en el papel ha prendido,
mientras la luna del mundo,
lejano rumbo amarillo
tutelar sobre lo muerto
y lo que aún no ha surgido
donde el tiempo era de blanco
al tiempo lo ve florecido.

Existe un juego: a medida que el narrador nos cuenta, el poema avanza, se escribe, se construye. Las palabras “escritor”, “papel”, “libro” dan cuenta del proceso de elaboración de una obra, que justamente era la tarea del tipógrafo: componer los moldes que luego se utilizarían para las impresiones.
Dada la extensión del romance, por momentos pensamos que se trata de un poema en el cual se cuenta simplemente un proceso, pero no es así, en tanto el romance persigue la revalorización tanto del oficio como de aquellos quienes lo ejercen:

Así el romance que dejo
perenne como el olvido,
durará siendo homenaje
sincero y agradecido
por la mano y la tarea
de este que llamo amigo.

http://www.lacuartaplanta.com
La labor de los tipógrafos o “cajista” se remonta a los inicios de la imprenta. Estos siempre fueron considerados personas cultas, ya que este puesto requería de alguien con una buena formación gramatical y técnica. Esta profesión evolucionó con el tiempo, conforme lo fueron haciendo las técnicas tipográficas. Los primeros cajistas se dedicaron básicamente a componer líneas de texto para periódicos y libros. Posteriormente se especializaron en la remendería, que consistía en llevar a cabo trabajos de composición más compleja (trabajos comerciales, por ejemplo). Finalmente, su función principal fue la de ajustador o compaginador.
            Existe un detalle que unifica estas dos líneas que se desarrollan en el poema, por un lado, el homenaje y, por el otro, la narración en torno a la labor del tipógrafo. Ese detalle es la inclusión de una fecha, es el Día del periodista:

un suceso de prestigio:
el siete del mes de Junio
–mes que despueblan los fríos –
de mil ochocientos diez,
fue el semanario argentino
de Don Mariano Moreno
por primera vez leído…

El “suceso de prestigio” es la fundación de la “Gazeta de Buenos Ayres” llevada a cabo por Mariano Moreno, este fue el primer periódico de la etapa independista argentina “por primera vez leído” el 7 de junio de 1810. En esta oportunidad, el retrato es también el de una época.
Entre la realidad y la imaginación, el poeta brinda y se brinda a las palabras. Para nombrar, en ocasiones, es necesaria la intemperie. En este poemario, Néstor Groppa retrata esa intemperie a través de la recuperación de historias mínimas y para dibujarlas se vale de su oficio, la escritura. En este oportunidad, día en el cual sus lectores y personajes lo recordamos, de allí, este dibujo-homenaje a quien fuera un gran retratista. 


Publicado el domingo 18 de mayo de 2014 en la sección cultural el diario La Mañana. Formosa.