domingo, 15 de diciembre de 2013

Luis Pellegrini & Mario Busignani.

En el número de Primavera de la Revista Cultura Circo cromático, escribí sobre el diálogo que mantienen poesía y pintura cuando entran en contacto. Aquí comparto un fragmento.



Imagen y poesía: 
Luis Pellegrini & Mario Busignani.


Por Juan Páez. 

Las conexiones que surgen entre imagen y poesía se pueden entender en varias direcciones. Entre ellas, la imagen con el poema. Luis Pellegrini nació en Capital Federal, estudió en la escuela Nacional de Bellas Artes y se radicó en Jujuy en 1957. Llegó a ser Director de la Escuela Provincial de Artes Plásticas. Como pintor es considerado uno de los más cotizados en el noroeste argentino y se ubica entre los mayores exponentes de la pintura jujeña.
Este artista realizó unos grabados en madera para ilustran exclusivamente Imágenes para un río, obra de Mario Busignani compuesto por una serie de sonetos. Este libro fue publicado en San Salvador de Jujuy con el sello editorial Tarja, en 1960. Allí podemos observar cómo poesía e imagen se aúnan, y es que los grabados nacen para acompañar los versos de MB. La juntura de sonetos y grabados complejiza la lectura pues esta ya no se limitará solo a lo escrito, esta vez, es un acto que invita a la interpretación de ambos textos para observar, entre sí, sus vinculaciones: es decir que habrá que mirar eso que una brinda a la otra, eso que una dice de aquella que calla.
Esta nota la acompañamos con el grabado con el que se inicia  Imágenes para un río. En él, hay un predominio de las líneas curvas por sobre los trazos rígidos; esas líneas ondulantes encuentran su eco en el retrato que se realiza, por ejemplo, del río en ese segundo plano. El cuerpo del niño sobre el de la mujer que lo sostiene es un cuerpo distendido, de allí las curvaturas. Si encontramos una tensión, esta aparece en el brazo de ella, como si ese brazo, en realidad, sostuviera toda la escena. Asimismo, los trazos rígidos aparecen también en las casas, en la rivera y en las montañas. Es decir, lo vital ondula los cuerpos, las hojas y las flores, mientras que lo rígido es aquello inanimado. A continuación transcribimos el soneto I de Mario Busignani para establecer algunas conexiones con dicha imagen:

Cuando digo tu nombre, padre río,
mi corazón renace pez y greda
y en lo más leve de tu barro queda
henchido por las zafras del rocío. 

Cuando digo tu nombre, desafío
la eternidad que en tu corriente rueda,
pampa de luz que en su trigal enreda
los vastos aires de tu señorío.

Busco en ti los confines del dorado
los desiertos enjambres de la arena,
las sigilosas danzas chulupíes.

De tu latido y fuerza enamorado
muerdo en ti una recóndita colmena
y en azúcar y polen me deslíes.

El río es una imagen poética evocada en varios de los sonetos, de allí su presencia en el grabado de Pellegrini que inaugura el libro de Busignani. El río es el “padre”, el “nombre” donde la “eternidad” “rueda”. En él, se hayan “los confines del dorado”, “los desiertos” y “las sigilosas danza chulupiés”, elementos que descubren al sujeto que mira, siente y enuncia. [Continúa]


*El dibujo que acompaña la nota es de Luis Pellegrini. 


Publicado en la Revista cultural "Circo cromático". Primavera 2013. Jujuy.
Visitá: www.circocromatico.com.ar

viernes, 13 de diciembre de 2013

Movimiento.


Antes que nada quiero comentarles que hace unos meses que estoy instalado en Formosa y que adoro esta ciudad, que sin conocernos, me recibió con mucho verde y sol en pleno invierno.


El cuento que comparto a continuación lo leí el pasado 11 de diciembre en la Asociación Italiana, Formosa. 


Se levanta tarde. Hace un par de minutos que ya debería haber estado sentada frente al espejo peinándose, pero no, solo lleva unos segundos mirando de reojo el despertador y se da cuenta de su poca predisposición para abandonar la cama. Hasta que por fin se decide y despierta, arremolina su cabello con la mano derecha y cuando quiere tomar las trabitas, que estaban sobre la mesa de luz, se da cuenta de que su otra mano ya no está.
            Independizada del resto del cuerpo camina por la vereda, deambula por algunas calles que rodean al edificio donde, hasta ahora, vivió con ella. Levanta el pulgar para que así el taxi, al cual le hiciera señas, se detenga. Casi no lleva nada, solo un bolsito pequeño donde guarda, doblado por la mitad y nuevamente por la mitad, el guante izquierdo por si refresca. Nunca escribió con ella, ni las cartas de amor ni los mails a sus amigos, para eso siempre estuvo la otra, piensa mientras ve cómo los edificios desaparecen por el retrovisor del taxi. Como el bolso es pequeño, sabe que deberá buscar las monedas con el meñique, pero eso ahora no le preocupa.
El viaje es largo pero finalmente llega a la casa que habitó con ella de niña. Toca el portero, pide permiso al nuevo dueño; le dice que quisiera pasar para recorrer el cuarto en el cual creció y se vio ser otra. El dueño no tiene inconvenientes. Sube las escaleras: primero el dedo del medio luego el índice, luego del medio, y así hasta llegar a la planta alta. Al niño de la casa, que la observa subir, le causa algo de gracia ver cómo sube la escalera, por momentos, la ve sostenerse de la baranda con el pulgar, y es cuando el niño recuerda la voz de su madre:

Este encontró un huevito
Este lo levantó
Este lo fritó
Este le puso sal
Y el más pequeñito se lo comió.

Cuando llega al cuarto se pregunta por qué razón siempre le resultó tan poco práctica, por qué ella nunca intentó tejer con ella, siempre hizo todo con la mano derecha, y no solo tejer, sino todo lo otro: agarrar la cucharita con la cual comió sola su primer yogurt, escribió la primera palabra. No quiere preguntarse más, levanta la carterita y se despide, también agradece la gentileza.
         En otro lado de la ciudad, ella pega afiches con la foto de su mano izquierda. Recuerda aquella vez que la tomó cuando jugaba con la impresora. En la mesa de luz quedaron el anillo, las pulseras; también reposa allí el guante derecho que se cayó del placard. 


En el nAc - Formosa.
Sin darse cuenta caminó lo suficiente como para encontrarse cansada a la altura del puerto. Cuando levanta la vista, descubre que se ha perdido, que no recuerda bien esa parte del barrio. Entonces allí, justo en la vereda del frente, descubre la escuela donde Daniela aprendió música. Tambaleándose corre hacia el edificio, hasta que de pronto  escucha de fondo cómo resuenan las melodías de los instrumentos. Agitada y algo mareada, descubre, detrás de todo, el sonido de un piano. Ahora recuerda la textura lisa de las teclas, la rugosidad de las hojas ubicadas en algún atril y advierte, que de sus yemas, todavía se desliza ese movimiento en blanco y negro. 

Homenaje a Mario Busignani

Este artículo fue publicado el 16 de junio de 2013 en el diario digital Cabo Suelto, Jujuy. A continuación comparto dicha nota y también el enlace así pueden visitar el periódico.



Las décadas de 1940 y 1950 marcaron un momento de cambio en el campo literario del noroeste argentino, que fue acompañado por un movimiento de tinte ideológico y político orientado a resituar a la región en el escenario nacional. Los escritores abandonan los ecos modernistas y se distancian paulatinamente del folklorismo costumbrista para incursionar en un tipo de literatura de corte social con influencias neorrománticas, con la que pretenden proyectar al hombre y al paisaje de la región hacia lo universal.
      Son numerosos los aspectos que podrían definir este periodo, entre los cuales encontramos la mezcla de las artes. Las obras literarias solían acompañarse con obras pictóricas, un claro ejemplo de ello es el poemario “En el tiempo labrador” de Néstor Groppa, cuyo interior alberga cinco grabados realizados por los artistas Luis Pelligrini, Victor Rebuffo, Menardo Pantoja, Carlos Giambiagi y Pompeyo Audivert. Asimismo, la Revista Tarja, de la que Busignani era co-fundador, se caracterizaba porque justamente sus tapas solían ser obras pictóricas.      
       Mario Busignani es una figura importante de este periodo: abogado de profesión, fue, junto a otros escritores como Jorge Calvetti, Andrés Fidalgo, Néstor Groppa y el pintor Menardo Pantoja, co-director de la ya mencionada Revista Tarja. Publicó numerosos libros, entre los cuales destacamos Imágenes para un río (1960) cuya diagramación y cuidado de la edición estuvo a cargo de Néstor Groppa. Este poemario incluye una serie de gradados realizados por el artista plástico Luis Pellegrini. Esta edición fue numerada, el ejemplar que conserva la Biblioteca Popular de la ciudad de San Salvador de Jujuy es el ejemplar número 108.           
      La obra de MB tuvo una gran difusión ya que en ella era posible rastrear no solo un manejo cuidadoso y sutil del lenguaje y de la forma, sino un compromiso con la denuncia por la búsqueda de una igualdad social. El manejo de las formas tradicionales y vanguardistas de la poesía, sumado a la temática por la que se caracterizaba, le permitió trasformarse en un escritor de renombre y llegar a ser integrante de la Academia Argentina de Letras.

Imagen y la poesía.
Poemas acompañados con obras pictóricas vuelven al libro un objeto de arte: la imagen y la palabra, la plástica y la literatura, el escritor y el artista se sostienen para brindarle al lector un objeto único. Las relaciones entre imagen y poesía pueden entenderse en varias direcciones, entre otras, la imagen con el poema. En 1970, Mario Busignani publicó Cifras de la apariencia, poemario cuya carta-prólogo fue escrito por Manuel Mujica Lainez y cuyos dibujos en su interior pertenecen al pintor Carlos Torrallardona; este libro fue editado con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes. A continuación transcribimos un poema denominado Río Yala [Pág. 27-28]

De minerales viñas sustentado
en soledad y hoguera fría creces
y en repetido ser desapareces
tras de tu cuerpo siempre despeñado.

Tu soltura de líquido venado
encelas en tropel de ariscas reses
y en grito y sangre y músculo padeces
tu estación de guerrero enamorado.

A vibradora sien enaltecido
tu savia elemental –tu fiel latido–
en pájaro y corola se consuma.

Retorna un tiempo de infantil sosiego
cuando mi corazón añoso entrego
al rumor de tu fábula y espuma. 


Dibujo de Carlos Torrallardona

 






El cuerpo que se despeña es el del río, que fluye, crece y desaparece. La voz poética describe ese fluir y al hacerlo monta una escena donde la agitación constante del agua da cuenta de lo vital que colma la imagen. Sin embargo, esa misma imagen es un tanto difusa, puesto que ubicar las palabras de manera tal que “cumplan” con la métrica de los versos –en su mayoría endecasílabos– origina un retrato impreciso, similar a las imágenes indefinidas que permanecen en algún recodo de la memoria. Es curioso que en el poema se nos hable de “soltura” cuando la métrica ajusta los versos, lo que nos llevaría a pensar en que el sentimiento desmesurado ahoga la significación al hacerla evidente, por el contrario, si este está medido, posibilita que esa pasión devenga creación y polisemia.  
      Hacia el final del soneto, la voz poética asume una primera persona “mi corazón” en el pronombre posesivo, y de esta manera se posiciona frente a ese otro, que es el río, con quien dialoga desde el inicio del soneto, y al que apela a lo largo del poema tanto en la persona de los verbos como en los pronombres posesivos de segunda persona: “creces” “desapareces” “tu cuerpo” entre otros.       
      La relación entre “tu cuerpo” “Tu soltura” “tu savia” “–tu fiel latido–” “tu fábula espuma” resume el tema del poema: el viaje al pasado, es decir, al tiempo de la infancia, posibilitado por la contemplación de las aguas del “Río Yala”. El latido remite al movimiento, y al vértigo, de saberse diferente de aquel otro, al que ahora descubre en la “espuma”. La voz late en el poema y confiesa la comunión entre hombre y naturaleza, donde el fluir ya no es solo la del agua ni el de la vida, es el fluir de la voz cuando necesita rescatarse a sí misma. La figura del Busignani, su obra y su poética son testimonios de una época de gran actividad cultural en Jujuy, una especie de “primavera dorada” que significó una revolución respecto a las concepciones que, hasta entonces, se tenía acerca del arte y la literatura.  

A Mario Busignani, por la sutileza poética en sus versos, a él este homenaje.  


Visitá: www.cabosueltodiario.com
Junio - 2013.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Todos invitados al taller.

Se desarrollará en el marco del II Festival de Poesía Contemporánea "Sumergible", Jujuy, 2013.



Taller de poesía.



II Festival de Poesía Contemporánea “Sumergible”
octubre, Jujuy - 2013


Propuesta: Un mundo condensado: Taller de poesía.

Responsables: Juan Páez y Dolores Castro Olivera.

La condensación, la necesidad expresiva como motor de la producción, la tradición poética y la vanguardia, el ritmo, la métrica y la rima, las ausencias; serán algunos de los aspectos que guiarán las actividades durante el desarrollo del mismo. Todo ello en vistas de iluminar un género literario complejo y que, por momentos, aparece como inaprensible.
 
El taller comprende dos etapas: una instancia que es previa al taller, por lo que los interesados en participar deberán enviar dos producciones propias para trabajar en la etapa de corrección, y una segunda parte destinada a la producción, que incluye escritura, debates y lecturas.

La inscripción al taller dicho tendrá un costo de 60 pesos para cubrir los gastos del armado del dossier, el lunch y colaborar con el Festival. Se entregarán certificados.

"Un Mundo Condensado: Taller de poesía" se dictará el sábado 12 de octubre de 2013, en Casa Tomada (calle Ramírez De Velasco 253). Horario de inicio 9:30 am. 
 
Para inscripciones: Juan Páez: juanppaez@gmail.com
Para consultas: summergible@gmail.com ó (0388) 155034278.

¡Invitamos a todos los interesados a sumarse! ¡CUPOS LIMITADOS!

martes, 17 de septiembre de 2013

Los cerezos

Resistencia, Chaco. 2013.















El sol golpea contra la corteza del árbol, que a pesar de su rigidez y rugosidad, filtra los rayos y estos llegan hasta el lago. Hace mucho tiempo que no pensaba en ese campo al cual pertenece una parte de su infancia. Tía Irene fue del campo a la ciudad para hacer caso de su pedido. Le dijo: “Debo evitar estresarme y me recomendaron aire fresco, creo que podrías buscarme para pasar una temporada en la casa de mis abuelos”. El día que abandona esa gigantesca ciudad para sanarse, la despide de espalda. No quiere voltear porque sabe que lo que allí queda carece de importancia.


Irene desocupa el cuarto que pertenecía a Renata, la madre de Carolina. Sacude el polvo de los muebles, que ahora se arremolina y busca un nuevo lugar donde asentarse, cambia las sábanas, abre las ventanas para que el dormitorio respire. Le dice que deje abierta las persianas para que el aire ingrese, que le vendrá bien para cuando quiera dormir, que los días son muy calurosos. Después Carolina baja, conversan un rato y cuando regresa al cuarto ya ordenado, encuentra unas abejas en la cortina blanca, despacio, las vuela con el periódico hacia el atardecer. Cierra los vidrios, no quiere dormir con abejas rondando por el dormitorio, no quiere que la distraigan con el zumbido e instalen el temor de un hinchazón repentino.
       Esa noche en la cocina, Carolina arrastra la mirada, pero no hace foco en nada de lo que se encuentra sobre la mesada, hasta que allá, detrás de unas bandejas de mimbre, descubre los frascos con mermeladas. Tía Irene cocina muy bien y las mermeladas son su especialidad. Las hay de naranja, de manzana y de higo, detrás de estas, las de cerezas. Le pregunta dónde encontró cerezas, si hasta donde ella recuerda no hay cerezos en el campo del abuelo. Irene le contesta que los encontró a unos kilómetros, en un claro cerca del río.
      Ya se ha pasado unos días encerrada, hace días que no habla por teléfono ni utiliza la computadora. Ahora Carolina, un tanto agotada por la tranquilidad del lugar, decide recorrer los alrededores. Percibe mejoras en su salud. Recuerda el detalle de los cerezos y hacía allí se dirige. Como se siente mejor, decide arreglarse un poco más, ya no altera su ropa entre blancos, negros y grises, esta vez usa flores estampadas en un vestido liviano. Camina bajo del sol, pero antes cubre su cabeza con una capelina que pertenecía a su madre y la piel con aceite para tomar algo de color. Mientras pasea junta flores, intenta adivinar sus nombres, sabe que en realidad no quiere encontrar los cerezos, más bien busca aire y el arrullo del agua que siente que corre.
      No vio los árboles, a lo mejor como fue un comentario al pasar, su tía no se lo explicó muy bien y por eso lo impreciso de la ubicación. Ahora lo que había comenzado siendo unas florcitas tomadas al azar se transformó en un importante ramo de flores con el cual pretende adornar su cuarto, otro signo de su mejoría, piensa. Como el sonido del fluir del agua se hace más claro, sabe que pronto llegará y podrá, por fin, enfriar sus pies que nota bastante hinchados por la larga caminata bajo el sol. Recorre unos metros más en busca del río y descubre un par de abejas prendidas entre los pliegues del vestido, luego otras un poco más abajo, en el volado. Las espanta con las flores pero de pronto descubre que son varias las que la rodean. Comienza a correr, pero antes golpea cada vez más fuerte a las abejas que se enredan en el mechón de cabello suelto y en los bordes de la capelina. El aroma de las flores está esparcido por todo su cuerpo. Ya no sabe cuántas son, pero descubre que las abejas que la asedian son mucho más en número y que además, haber corrido mucho, no ayudó a disiparlas. Entonces ve algunas en su cuello, otras en las piernas, pierde el sentido de la ubicación, no sabe muy bien dónde es que se encuentra, siente que ha estado corriendo en círculo y cuando levanta la vista allí están los cerezos atestados de abejas que ahora se abalanzan sobre su cuerpo aromado de flores y empapado de sudor, con restos de pétalos pegados por el aceite que se puso para broncearse.     
       La escena es pavorosa, ella de pie delante de una serie de cerezos colmados de abejas que zumban y bailan como si fuera todo fuera parte de una danza macabra. Se mantiene quieta, presa de lo que sus ojos le dicen que debe, o no, hacer. Pero esto no es cierto, porque en realidad, su cuerpo ya recibió muchas picaduras, y es que las abejas se dieron tiempo de atacar su cuerpo mientras ella corría cortando el aire en vano con un ramo ya sin flores. 

Carolina está vencida en el suelo, lo que hace que los cerezos parezcan mucho más monstruosos. Ella, tendida en el suelo con la boca seca, esperará que alguien la salve de ser este personaje infortunado. 

sábado, 14 de septiembre de 2013

Invierno en el Circo.



En el número de Invierno de la Revista Cultura Circo Cromático, reseñé el libro "Dibujo de mujer", aquí un fragmento acompañado con fotografía de la nota.


  
  Pintar con palabras lo escrito con sus trazos. 
Juan Páez


Leer el libro de Nélida Cañas, Dibujo de mujer, es adentrarse en un mundo de poemas y pinturas; una galería de arte, cuya poética evoca la imagen de la artista plástica Frida Kahlo. Publicado en 1999 por Alción Editora (Córdoba) este poemario retrata, de forma progresiva y fragmentada, el perfil de quien fuera una de las figuras más significativa del arte latinoamericano contemporáneo. Son diversas las relaciones que surgen cuando imagen y poesía entran en contacto, una de ellas es de la imagen al poema. En este libro, las palabras se posas sobre algunas pinturas de Kahlo, y desde allí alzan vuelo, por eso es que algunos de sus poemas lleven nombre o fecha que remiten a esas obras: 

La pelona (1940) [Pág.51]

Frida
se castiga
ante el espejo
se corta los cabellos
que cobran una vida
siniestra

ceremonia para perder
su ser mujer
que no quita la pena
ni la herida abierta
del nacer

En 1940, Frida pinta su “Autorretrato con pelo corto”. El cabello, que sigue el movimiento del agua, del viento y del tiempo, remite al erotismo y la sensualidad femenina. Es en la cabellera donde “su ser mujer” se cobija, pero al cortarse “los cabellos” quiebra el resguardo. Y es que “Frida” se despoja de sí misma para poder ser otra y “pega” donde más duele, en aquello que el otro desea en ella. En este poema, las palabras finales de verso: “espejo” “perder” “pena” “mujer” “cabello” entran en relación y nos muestran cómo es que cortarse el cabello significa, para la voz que enuncia, una forma de liberación, porque justamente es en él donde la voz de aquel otro se enreda e impide a la voz moverse con soltura. Por lo tanto, en “La pelona (1940)” existe una doble negación de la sensualidad: la voz se la niega a sí misma para negársela a ese otro que la desea con el cabello largo; luego esos “cabellos” permanecen, también esparcidos en el suelo de la pintura, y “cobran una vida/siniestra”, ahora la imagen que habita el poema remite a Medusa, la de las serpientes lascivas. Aquí otro poema:

Frida  
vestida de tehuana
suplica
el amor
ante un espejo
que sólo le devuelve
el despojo de sí

su propio infierno [Pág.93]

El cabello es uno de los tópicos en este libro de Cañas. pero también lo son los espejos. En este último poema es notable la tensión que surge entre estar "vestida" y la desnudez que el espejo devuelve, y es que podríamos pensar que sólo "el despojo" absoluto permite un arte sin ornamento, y es entonces cuando la contemplación de "su propio infierno" deviene creatividad. [Continúa]  


domingo, 23 de junio de 2013

noviembre

a Camila García Reyna                 

                                     de este lado de la cama
retumba la voz 
de quien ocupara el lugar de otras tantas

desde arriba mira
la costura de una vereda
que dormita la noche

piensa en esa ciudad en la que duermes

la memoria le quitará el sueño
lo sabe
y sabe también cuál será su único consuelo,

ya no derrama las palabras que necesita
para mover su cuerpo
                  con la soltura
que el aire le reclama

a sus espaldas yace una ciudad desbastada,
se lo han dicho
entonces corre las cortinas y contempla
la suavidad de la lluvia



Balcón de Horacio - Tucumán.
















Publicado en música para aeropuertos. 2013, Editorial Intravenosa: Jujuy.

jueves, 30 de mayo de 2013

Otoño en el Circo.

En el número de Otoño de la Revista Cultura Circo cromático, reseñé el libro "Palabras pintadas", aquí un fragmento acompañado de otras fotografías de la misma obra.


Habitar, entre imágenes, la palabra.
por Juan Páez.

La psicodelia es una experiencia introspectiva que se define por la exteriorización de un mundo interior, el de la propia conciencia. En el campo del arte, se la identificó con un movimiento concreto: el arte psicodélico que se dio a partir de los años cincuenta del siglo pasado y al que podríamos describir como revolucionario. Uno de sus rasgos es la alteración de las percepciones. Y justamente, si de percepciones se trata, podemos relacionarla con la sinestesia; dicho término señala la transposición de las sensaciones. Desde esta perspectiva, la sinestesia es la fusión, o más bien la confusión, sensorial. La vista, el olfato, el gusto, el tacto y la audición se funden y esquivan la clasificación heredada. Decíamos que los sentidos se con-funden y es que esta figura los mezclan como si fueran colores en la paleta de un pintor.

“palabras pintadas” es una obra compilada por Alejandra Siles, Florencia Angulo, Nora Carnio y Luisa Sosa, editada en 2012 por el sello EdiUnju. En este libro, palabra y pintura se unen hasta volverse un mismo cuerpo a los que, sin embargo, podemos leer independientemente unos de otros. Nos referimos anteriormente a la sinestesia y es que el nombre del libro atiende a dos percepciones distintas: al auditivo, si pensamos en la voz, y al visual, si nos referimos al color. Por lo tanto, desde un principio Palabras pintadas advierte al lector sobre el juego que esconde; Carmen Cecilia Espinoza en el Prólogo nos dice: “Palabras pintadas reúne un legado de narraciones y símbolos coloreados con sonidos y melodías”. Ellos pintarán no sólo las palabras, sino también la voz misma del lector.   

Lápiz, témperas, bolígrafo y aguada; papel quemado, tinta china, lápices de colores, biromes o marcadores; finalmente, algunos jugarán con apliques de diversos crayones. A partir de una serie de cuentos de autores jujeños, los artistas seleccionaron uno, escogieron el material, también la técnica, y retrataron la escena que vislumbraron durante su lectura. Para este proyecto, sin dudas, imaginar ocupa un lugar importante, así nos lo indican las compiladoras en una Introducción: la imaginación constituye nuestro privilegio como seres humanos.  

El juego palabra - pintura se dio en el marco del 1º Concurso de Ilustradores de Cuentos Literarios “Alianzas entre imágenes y palabras” cuyo primer premio fue para María Elena Roca, quien ilustró “Resistiendo el silencio” de Pablo Baca; pero además encontramos otros escritores que se suman al ya mencionado; ellos son Agustín Guerrero, Mónica Undiano, Pamela Stemberger, Mita Homs, Melisa Ortiz, Patricia Calvelo, Maximiliano Chedrese e Ildico Nassr. [Continúa]


 



lunes, 11 de marzo de 2013

Abuela Grillo

Pasaron apenas unos minutos de las 17, estoy en Córdoba y en breve lloverá. Gracias a Jesy Carrasco por acordarse de este corto tan lindo, basado en un cuento tradicional.

 

 Aquí algunos datos extraídos de: http://www.wayqui.pe/2010/07/abuela-grillo-un-cuento-cortometraje.html

"La cinta se realizó durante el año 2009 en The Animation Workshop que es la más importante escuela de animación de Dinamarca y una de las más prestigiosas de Europa. Para este fin, ocho animadores bolivianos fueron becados durante cinco meses para aprender el arte del dibujo animado tradicional al mismo tiempo que realizaban la película. 
         Los ocho artistas becados The Animation Workshop de Dinamarca y responsables de este corto son: Alejandro Salazar, Susana Villegas, Cecilia Delgado, Joaquín Cuevas, Miguel Mealla, Román Nina, Salvador Pomar y Mauricio Sejas. Todo esto bajo la dirección del notable animador francés Denis Chapon."

lunes, 18 de febrero de 2013

Ángel Negro: el eco de su voz en mi cuerpo.



Ahora duermo en tu lugar
quién iba a decir
Diosque. 

 

 

En el año 1992, Ángel Negro[1] obtuvo el premio “Ciudad de Palpalá” en el certamen literario organizado por el Departamento de Cultura de la Municipalidad de Palpalá, Provincia de Jujuy. El jurado estuvo compuesto por los escritores Andrés Fidalgo, Pablo Baca y Nélida Cañas. Como resultado de aquel concurso se publicó en 1993 su, hasta ahora, única obra Epístolas y fragmentos con el sello editorial Libros de Tierra Firme bajo la dirección de José Luis Mangieri.   

Diez años después de aquella publicación, Ángel Negro integraría el libro Eros, una obra compilada por Elena Bossi que reunió distintas producciones en torno al tema del erotismo. Este año, dicho autor formará parte de la nómina de autores contemporáneos que serán reeditados por el sello editorial Tres Tercios.   El poemario de AN es el “rincón de un cuarto desolado” donde los lectores también podremos llorar nuestros propios “exilios”. Los poemas, que se arman con “recuerdos y olvidos”, surgen mientras “la ciudad se muere”. Marcado por un fuerte tono intimista, este libro nos muestra cómo todo extravío deviene posibilidad de reencuentro, por lo tanto bastaría perderse para saberse uno mismo. La intemperie, que lo acecha todo, cubrirá el propio retorno. Cómplice, la noche resguarda el cuerpo de aquel que peregrina. Las “epístolas” guardan un secreto, por eso sus palabras son “pesadas cadenas” que impiden a la voz moverse con soltura, de allí tal vez la presencia de las barras en varios de los poemas. A continuación transcribimos un fragmento de su poema “El día (III)[2]”:

esa larga caravana / de gente sin rostro
entre montañas / ríos / desiertos /
peregrinos que guardan en cajitas
las cenizas de sus muertos / entre sus ropas
entre su carne maltrecha / entre el humo de otras
caravanas / entre mis ropas / mi cajita crepita

Las barras separan, pero comunican; conectan las palabras pero también distancian unas de otras. Detienen la lectura y manipulan la respiración del lector. Las palabras nacen como goteras sobre un mapa imperfecto. El poema nos habla de los “muertos”, de esos cuerpos sin alma, cuerpos “desiertos”, vacíos de vida. Los humanos nos cuidamos porque sabemos de nuestra fragilidad, peregrinamos la vida como si fueran “montañas” o “ríos”. En “cajitas” están sus “cenizas”, pero la muerte también se encuentra “entre” sus y mis “ropas”.

Los poemas de Negro se caracterizan por un espectacular juego con los pronombres. Estos desplazan la significación por aguas del desdoblamiento y la escisión. En ese “claroscuro”, surgen las confesiones de aquel “que se soñó frente al mar”. Entonces la escritura no es un acto inocente, sino que deviene “pasaje oscuro y luminoso”. Los pronombres nos extravían, el hilo de Ariadna se rompe, y emprendemos un regreso cauteloso, buscando el sentido de un poema para liberarnos también de ese laberinto que es uno mismo:  

Recuerdos[3]

Amar en el silencio
de las piedras
/ al amparo de vos
Sumar tus pasos
en mis sueños
partir ahora / decir/
de tus sonidos
en el mar de
que no ve ese
cuerpo loco adentro mío.

El “cuerpo” es el lugar de nuestros exilios internos. Allí conversamos distendidos y revelamos “Amar en el silencio”. El cuerpo, un hogar donde recibimos al otro al que volvemos nuestro invitado, le brindamos hospedaje para nosotros devenir huésped suyo, y habitarlo. En el poema, la voz retiene el “sonido” de “sus pasos” en “silencio”, busca que recuerdos no se diluyan: los pasos, tus sonidos, el mar, el silencio, mis sueños, todo ello “adentro mío”, adentro suyo.
El libro de AN, tal como lo señala Andrés Fidalgo en la contratapa, es “una mirada vuelta hacia la propia interioridad”. Una poética intimista que le permite al lector la experiencia del propio desahogo.    

Publicado en "El oficio de la alquimia" Revista Digital Meta Arte N° 4 - Home. 
Octubre - 2012.
Visitá: www.metaarte.com.ar

[1] AN nació el 27 de marzo de 1951 en Inriville, Provincia de Córdoba. Reside en Palpalá, Jujuy, desde 1990.
[2] Negro, Ángel. Epístolas y fragmento. 1993. Buenos Aires: Libros de tierra firme. Pág. 27.
[3] Op. Cit. Pág. 21.