viernes, 6 de abril de 2012

ofuscación

La escritura, frente a las obras de Cristian Romano, se impone. Aquí unas palabras para sus Criaturas abismales. 


kolkrabba serpentarium de C. Romano







Ojalá me nombraras con nombres diferentes
Juan Gelman


En esta cotidianeidad hubo algo monstruoso que despertó. Les dijo todas las palabras juntas en una. Por momentos, el orden aliviana nuestra carga. Si lo digo esta noche, puede que controlar la locura sea posible y no una vana ilusión. Hoy deseo ese orden. Lloramos su ausencia. Me digo basta por ahora, las verdades sueltas deshacen mi cuerpo, que hasta la mañana siguiente permanecerá esparcido en el suelo. Comentaste que el arte es efectivo, siempre y cuando no sea posible narrarlo. Y  ahora que pienso en vos, pienso que si no se narra, el arte también genera ofuscación. Que puede entrecortarnos la respiración hasta lograr que el aire no ingrese.

Las líneas se rompen y de las figuras perdemos sus límites, los borramos con la mirada y ponemos partes de nuestros cuerpos para sustituir esas ausencias. Ahora las voces que despide sólo llegan a modelar eso que no consigue señalarse por completo. Se quiebra de lo conocido su orden para que lo demás suceda. De-Cirse. Las curvas nos guían por los bordes. Evitar la caída. Dibujos que me recuerdan el abismo y la transpiración que genera el vértigo. Luego del giro ya no hay ensueño y no habrá dolor ni piedad ni amor.   
Sentado frente al espejo pone en imágenes sus excesos. Con ellos los perfila a uno por uno, los d-escribe y descalza. A lo lejos, murmuran que libera la vida de aquel otro para poder sentirse él mismo. Sus espejos entorpecerán la peregrinación, lo sabe.  

El arte lo salva del duelo infinito, piensa. Los tatuajes relatarán la fractura y el instante que compartirán eternamente. Desde el sillón observa el canto de las aves. Toma un bocado y bebe una copa. Ya de pie, recorre las pinturas de cuerpos excedidos de relieves y texturas. Sin los prejuicios que siempre le instala a todo, esta vez puede mirar.  
Él era también él. Él era también ella. Sentados contemplan, con menos asombro de lo que uno podría imaginarse, el espectáculo de la propia muerte en la muerte del otro.

Después el grito nocturno y la falta de aire.

Las aves de la noche llegan. Es verano. El aire se ha vuelto nuevamente insoportable. Molesta su pesadez. Asfixia. Cierra la ventana del dormitorio, pero con eso no basta. Camina de noche. No quiere fiebre ni sudor. Busca libertades. Se pone zapatillas y sale a correr bajo la lluvia. Se da cuenta de que el aire en esta ciudad, por momentos, puede volverse más liviano. Hambre. Cuando ya respira de nuevo, la sombría confesión de todo ser surge.  



Publicado en Criaturas abismales del artista plástico Cristian Romano. 2013.  

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