viernes, 30 de marzo de 2012

pasaje en mano

Fijate cómo son las cosas
                                                                                                                  Silvia Barei


evito mirarte abrir los ojos debajo de las sábanas
aunque hayamos encontrado fórmulas para decirnos frente a los demás
respiro la ausencia

las palabras y el deseo acompañan la confesión de esta mañana

ahora está la necesidad de sanar tus grietas narrativas
y de modificarles ya tu versión

luego montar las fotografías
de un lugar que nunca llegarás a conocer

una despedida es siempre un nuevo pacto
no esta vez

sentados en esta vereda, te miramos partir
las palabras nos esconderán lo que dura el verano
 
córdoba. 2012
         

domingo, 25 de marzo de 2012

Entrevista a Elena Bossi

Foto: Tom Langdom

En el año 2011, con mis alumnos de 8° año del Colegio Secundario Blaise Pascal (San Salvador de Jujuy) leímos el libro "Seres mágicos que habitan en la Argentina” de la escritora Elena Bossi. La lectura generó una serie de preguntas que pudimos acercárselas a la autora, quien tuvo la gentileza de responderlas. Por lo tanto, esta entrevista merece varios agradecimientos a Elena Bossi, a mis alumnos y a la literatura, que nos permite acompañarnos en el viaje.  

¿Qué la impulsó a escribir un libro como “Seres mágicos”?
A fines de los 70, vi el libro que publicó Italo Calvino con los cuentos maravillosos italianos. Él se consideró un eslabón más y los escribió con un estilo que me dejó maravillada. Desde entonces comencé a investigar para hacer algo así con el material en la Argentina. Jorge Accame se entusiasmó y trabajó conmigo durante varios años. Mucho de ese material recién se publicó ahora. En los 2000. Así aparecieron La serpiente de las siete cabezas en la editorial Alfaguara, El más fuerte pierde y ¿Quién engaña a quién? en la editorial Homo Sapiens. La leyenda del Cóndor, El puente del diablo en Sudamericana,  y muchos otros. Se trata de material que se venía trabajando desde el año 80. Casi diez años después, tuve posibilidad de recluirme y escribir Seres Mágicos que era lo que más deseaba escribir.
  
 ¿Vio alguno de los seres mágicos de su libro?
Hay un problema por el cual nunca voy a poder ver uno: no creo en su existencia real. Para poder verlos, hay que creer en ellos. Es lo mismo para ángeles, demonios, vírgenes o santos. Si no creés en esa mitología, difícilmente veas algo. Creo en su existencia en el discurso, creo que viven en las palabras, como los héroes de la literatura y me gusta que sigan viviendo, que se los recuerde, pues en ellos, un pueblo aprende de sus propios miedos.

De las historias que están en su libro ¿cuál es la que más le gusta, por qué?
Tal vez por una cuestión de género, adoro a las brujas y a las mulánimas. Son seres vilipendiados que representan el desprecio del hombre por la libertad de la mujer. Representan el miedo que los hombres nos tienen, sobre todo cuando decidimos no estar sometidas a ellos y ser libres. Hacer lo que se nos da la gana, dejar de obedecer lo que ellos en su figura autoritaria quieren que las mujeres seamos: obedientes, vírgenes, puras, sometidas, inferiores, débiles. Estos seres en cambio son ingobernables. No obedecen, son libres en su sexualidad, son fuertes y no se sometieron, no aceptaron las órdenes, el papel que la cultura les impuso y se atrevieron a seguir su propio camino. Claro, esa sociedad, les hace pagar cara su libertad. Pero enseñan un camino importante, nos guiñan un ojo.

¿Por qué los dibujos de la primera edición son más fuertes que lo de la última?
Supongo que eso depende de la mirada del lector. Algunos lectores me dijeron que los nuevos eran más fuertes de modo que esa idea es ambigua. Me gustan los dos, cada uno a su manera. Pero lo que más me gustaría sería saber cómo los imaginan ustedes sin copiar los del libro. ¿Se animan? Elijan uno, el que más les guste, no miren el dibujo, lean el texto y preparen una ilustración con dibujo, escultura, collage, lo que se les dé la gana. Inventen  técnicas nuevas. Investiguen ustedes. ;-)

¿Quién ilustró el primer libro y quién el segundo? ¿Cuál de las dos le gusta más?
Del Barco ilustró el primero y Osacar el segundo.

¿Fue difícil encontrar información de cada uno de los seres?
No, la información estaba ya recopilada en su mayoría por Berta Vidal de Battini y Susana Chertudi.  Los datos nuevos que incluí son relativamente pocos. Con los años me fui enterando de más cosas. Hoy podría completar esa información.

¿Por qué decidió ser escritora?
No creo que sea algo en lo que se tenga posibilidades de decidir. Desde muy chica escribo. Recuerdo que cuando tenía ocho años, mi abuela me regaló una máquina de escribir de juguete, que escribía de verdad. Desde que la tuve, iba con ella a todas partes y escribía todo el tiempo que podía. Parece obvio que ya venía conmigo esa necesidad. Lo único que hice yo fue decidir dedicarle cada vez más tiempo a esa actividad y perfeccionarla. Estudiar para mejorar, leer mucho, aprender con otros escritores.
Piensen en ustedes mismos, seguramente hay alguna cosa que les gusta mucho hacer desde chicos: para algunos será el canto o la interpretación de un instrumento, para otros la pintura, la escultura, todos tenemos algo que nos apasiona. Solo que decidimos postergar esa pasión o dedicarnos a ella. Hay gente que decide que lo que le gusta quedará como “hobby” (odio esa palabra por lo que tiene de superficial), otros en cambio siguen el impulso.

Cómo se le ocurren ideas tan buenas. Me gustaría decirle que es una buena escritora y que escriba otro libro así.
Gracias por el piropo.  Por ahora no puedo, no quiero escribir otro libro así,  porque ahora estoy escribiendo algo diferente que me resulta muy importante para mí.
  
Si pudiera pasar un día con algunos de sus personajes ¿A cuál elegiría y por qué?
Estoy escribiendo sobre unas mujeres presas en un barco a fines del Siglo XVIII. Si pudiera, pasaría un día con ellas para conocerlas mejor y saber qué les pasa.
De los Seres Mágicos, ya les dije: brujas, quiero estar entre esas maravillosas mujeres que acusaron de brujas y que inventaron la medicina.

¿Por qué eligió Jujuy para vivir?
Quería vivir lejos de Buenos Aires, de CABA, porque deseaba tener una mejor calidad de vida, más tiempo para mí, para escribir y cuando tuviera hijos, un espacio verde y sano para que ellos pudieran disfrutar también de una vida más apropiada para la niñez. Ahora me quedo porque encontré mucho más que eso. El profe tiene algo que le mandé por mail sobre las razones por las cuales deseo quedarme, díganle que se los lea si les interesa.

¿Cuánto tardó en escribir este libro?
Tenía la idea en la cabeza, tenía el estilo pensado, sabía lo que quería hacer. Escribí todo en dos meses en los que no hice otra cosa, pero ya tenía la investigación hecha.  Entonces me encerré en mi escritorio y no fui a trabajar, no cociné, no atendí a mis hijos, no salí de compras.   El padre se ocupó de todo para que yo pudiera escribir. Después lo corregí durante otros 4 meses (corregir lleva mucho tiempo y es parte de la escritura)

¿Cuál es su escritor favorito y su libro favorito?
Natalia Ginsburg con Léxico familiar y Las voces del atardecer e Italo Calvino con El caballero inexistente, El barón rampante, Las cosmicómicas, Marcovaldo, son mis preferidos de Italia, además de muchos poetas como Pavese, Ungaretti, Quasímodo. Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo de Carroll ejercen sobre mí una fascinación especial.  Pero ¡me gustan tantos libros!  Adoro a Conrad,  La línea de sombra, El corazón de las tinieblas. El viejo y el mar de Hemingway. Los libros de Camus, El extranjeroLa peste y El primer hombre me parecen maravillosos
Creo que Cien años de soledad de García Márquez y Los ríos profundos de José María Arguedas son los mejores libros de aquellos años de revolución latinoamericana.
De la Argentina, Borges, Cortázar, Bioy (en especial esa novela increíble que es El sueño de los héroes)
Últimamente me encantó Salvatierra de Pedro Mairal.

¿Ha venido a Jujuy por lo altos contenidos de mitos y leyendas o sólo vino para explayar un poco su conocimiento referido al tema?
Vine a Jujuy para vivir. Escribir es parte de la vida. Lo que más me gusta de Jujuy es su contacto con la cultura andina, en especial con Bolivia y Perú.  La música, la pintura, la literatura, la ropa, la cultura: todo lo boliviano y peruano que nos toca y que late en nuestra ciudad es lo que más me gusta. Era parte de nosotros, pero se hicieron muchos esfuerzos por alejarlo y desconocerlo. Creo que recuperar ese lado andino e indígena es lo más importante que podemos hacer hoy por nuestra identidad.  Para ser más felices.

sábado, 24 de marzo de 2012

24 de marzo. Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.








Habíamos quedado en comer con Lujan. Córdoba es una linda mañana. Me avisa que demorará porque está con unos papeles, le digo que no importa, que quiero recorrer la ciudad. Esta mañana elijo el Museo y Archivo Provincial de la Memoria. Sobre la mesa está la carpeta que familiares de Alicia Raquel D´ambra han elaborado en su memoria, para rescatarla. El clima se torna oscuro, no puedo evitarlo. Se impone el dolor y cada palabra es una lágrima. Tomé una foto de aquella carpeta. No quiero olvidar su nombre: Alicia Raquel D´ambra: más de 30 mil razones para no olvidar.

viernes, 23 de marzo de 2012

La cocina de un relato de vida

Publicada en Digilenguas Nº 10 - Diciembre 2011 - Temática I Congreso Nacional sobre Neoépica y II Congreso Internacional "Sagas Fantásticas"  Facultad de Lenguas - Universidad Nacional de Córdoba. El trabajo que presentamos a continuación sufrió algunas modificaciones después de aquella publicación.

María, mi mamá, era hija natural de mi abuela que también era hija natural; “natural” quiere decir que no conoce al padre. Ella vivía en el pueblo de “El Naranjo” en Rosario de la Frontera, pero su situación económica no era buena, menos en el campo. La mamá de mi mamá se llamaba Julia Sajama. Llevaron  una vida muy sacrificada. 
En un ocasión fue un matrimonio a visitarla a la abuela Julia y le preguntaron si la dejaban ir a la mamá a Buenos Aires con ellos, y la abuela Julia… la dejó… la dejó irse. Mi mamá tendía 10 años. Se crió primero con esa familia, pero como no se sentía muy bien continuó su vida entonces con una familia de apellido… Capdevila. Ellos eran importadores de tela, franceses. Bueno... a ella no la mandaron a estudiar mucho; colaboraba en la casa… La mamá siempre fue bien despierta, entonces observaba que las hijas de este matrimonio iban al colegio pero también a danza y además las mandaban a piano. En ese ambiente se crió la María, mi mamá. Todo el mundo leía en la casa de los Capdevila y nadie estaba de vicio. Ellos compraban el diario “La Nación” y mi mamá aprendió a leer, practicando con ese diario que compraban. Trataba de formar las palabras, me decía a mí, formaba las palabras y así iba formando y leía. Ella siempre lo contaba… bah, me lo comentaba por ahí… cuando nos quedábamos solas. La mamá no terminó ni el primero superior pero formando las palabras una por una aprendió a leer de corrido. Le gustaba mucho leer.

Las historias de vida, estas sagas de lo cotidiano, retratan los más diversos sentimientos. Los narradores, quienes cuentan hechos de su propia historia, ofrecen no sólo sus palabras, sino también sus silencios a quienes estén dispuestos a escucharlos. Así el interlocutor debe estar dispuesto a viajar a otros lugares para encontrarse con seres que habitan otro lugar. En esta oportunidad presentamos un relato y el proceso creativo que tiene lugar en el marco del Seminario de Literatura Folclórica del ciclo de Licenciatura en Letras de la Universidad Nacional de Jujuy. La propuesta del Seminario, en primer término, es lograr el relevamiento de historias de la vida cotidiana. Una vez que ya tenemos el ingrediente principal, comienza nuestra cocina que consiste en pasar esas historias de la oralidad a la escritura, pero sin perder la voz de quien narra. 
Ana María Bovo en “Narrar, oficio trémulo: conversaciones con Jorge Dubatti” nos señala que “lo que guarda la memoria no es una argumentación, ni una enumeración de hechos, sino un relato, una historia significativa” (Bovo, 20). Y justamente como veremos, nuestro material de trabajo, nuestro punto de partida, es la historia significativa de dos hermanas.         
Las historias de vida, esos testimonios personales, se definen como experiencias íntimas, únicas. En la obra La “historia de vida” se nos dice: “cuando escuchamos de boca de un informante un cuento, un mito, una leyenda o simplemente su opinión acerca de algo, etc. nos encontramos con casos únicos” (Magrassi y otros, p. 13).  Sin duda que a esa lista de casos únicos podemos sumarle las narraciones testimoniales y los relatos de vida, ya que todos coinciden en tanto son productos de situaciones enunciativas irrepetibles.  


El ingrediente principal y el descubrimiento de una saga familiar.
En nuestro caso las informantes son dos, Teresa e Irene que cuentan sobre sus vidas. Pero al escuchar el material obtenido, descubrimos que ambas narran la propia historia familiar que se remonta a una primera generación, a la de su bisabuela llamada Julia Sajama; una segunda, la de su madre María Mansilla y una tercera que comprende la propia historia. Entre esas voces descubrimos una saga. Demetrio Estébanez Calderón, en su Diccionario de términos literarios, (p. 959) define dicho término como

un tipo de relato en prosa. Anónimos. Destinados en sus inicios a la narración de la historia de determinadas familias (reales, principales) y de sus pueblos respectivos […] en la literatura española, dicho término ha sido aplicado a determinados relatos en los que se narra la historia de una familia y sus posibles ramificaciones.   

Así, las historias de estas dos hermanas se remontan a generaciones anteriores como ya lo hemos señalado. Y efectivamente las ramificaciones se evidencian a lo largo de su narración. Cada nombre es un nuevo paréntesis que se abre, así sabemos por ejemplo de la historia de las hijas del matrimonio de franceses que se llevan a María de Rosario de la Frontera a Buenos Aires, también nos encontramos con la historia de Ramón, el esposo de María, y no sólo su historia sino también la de sus padres y hermanos. Detrás de la voz de nuestras narradoras, el árbol genealógico se reconstruye con cada palabra.


La cocina de un relato.
El primer paso: las historias son grabadas y luego transcriptas de manera fiel, sin ningún tipo de modificación, respetando los tiempos verbales que se utilizaron, las reiteraciones, etc. ya con el material desgravado comienza nuestra cocina de un relato de vida.
Luego de la desgravación continuamos con la lectura del material y la búsqueda de un núcleo metafórico, es decir una metáfora que atraviese la historia y que la unifique. En nuestro caso, ese núcleo metafórico es la rebeldía femenina; mujeres que fingen dormirse, pero que en realidad están despiertas y haciéndose las dormidas se revelan contra lo instituido:
    
Después de preparar la cena, ella siempre se sentaba en una silla. Sobre su regazo ponía una manta color verde… me acuerdo que era verde. Y ella me llamaba, entonces yo me sentaba en el regazo y ella comenzaba a cantar:

“esta niña linda se quiere dormir,
pero el pícaro sueño no quiere venir”

Entonces con esa canción y otras que no recuerdo, me hacía la dormida. Resulta que cuando ella me llevaba a la cama, yo, según ella, ya estaba dormida, cuando llegaba a la cama, me daban ganas de ir al baño, así que no terminaba de acostarme en la cama, me iba al baño. Ella, sorprendida porque no sabía en qué momento me recordaba… y era que realmente yo no me dormía, sino que me hacía la dormida para que ella me lleve a la cama. Entonces me levantaba y se reía porque mi mamá me decía “pucha, mirá como se ha dormido esta pícara”.


Al principio de este trabajo, marcábamos el carácter personal e íntimo de los relatos de vida, sin embargo existe la posibilidad de poner en contacto historias, unas con otras. Así, puede que esas narraciones, que son individuales, encuentren resonancias en otras similares. Pero los vínculos no son sólo se generan entre sí, sino que también pueden darse entre una historia y un referente. Justamente, y a propósito de las relaciones entre obras testimoniales y referentes históricos concretos, Begoña Huertas Uhagón (p. 167) sostiene que esta relación se establece gracias a la presencia de planos individuales que les permite el contacto. Asimismo, agrega que “es la mirada centrada en lo particular, en lo cotidiano, la que revelará un panorama más amplio, abarcador de una época”. La cita de dicho autor muestra cómo relatos de lo cotidiano permiten que una época sea reconstruida. En nuestro caso, ese relato cotidiano, cuyo núcleo metafórico es decir la liberación femenina, reconstruye una época, sus prejuicios y prescripciones.  
Una vez que encontramos cuál es el núcleo metafórico, volvemos a escuchar las grabaciones, pero esta vez reorganizaremos nuestro material. En este caso ya estaremos atentos a los detalles que son esos datos narrativos que enriquecen la historia y hacen al sentido de la historia misma. Bovo, quién realiza un camino inverso al nuestro en tanto pasa de la escritura a la oralidad, también coloca el acento en la importancia de los detalles: “cuenta bien quien ha mirado bien. Por eso se vuelven tan importante los detalles, son los que revelan la textura, los olores, la atmósfera, la imágenes, el espacio donde se mueven los personajes” (Bovo, p.143). Nuestras narradoras hacen alusiones constantes a esos datos narrativos que van desde el color verde de la manta hasta el año en que una de ellas, Irene, gana un campeonato en moto. En este último caso, el detalle del año se vuelve significativo para comprender el sentido controversial que queremos señalar:    

El primer año yo había ido al norte con la moto… primer año. Había un señor que las arreglaba y como se me había echado a perder yo iba a que él la arreglara. Bueno… una vez me dice que para la fiesta del 31… iban a hacer carreras de moto. La cuestión es que primero era el desfile. Me animo y participo. La cuestión es que pasaban primero los varones, después yo. Me he tenido que poner el poncho, las botas… en la motito… pero no tenía el casco así que me prestan uno los del correo… era así medio puntado, parecía un bombero. Me saco la foto, no podía ver bien porque el casco me entraba grande. He desfilado y todos contentos porque claro… la única mujer que andaba en moto en el 76. Después, claro, participé en la carrera. Participaban varios. La cuestión es que al último quedamos tres después yo he quedado sola, entonces pregunto “quién ha ganado” “¿Yo?”… Y Carlos Garzón siempre hacía un chiste, me decía “la ganadora” ¿quiénes corrían? “ella sola”. Al año siguiente me han llamado a mí para que entregue el trofeo… al muchacho ganador de ese año.  


Julia no había conocido a su padre; María tampoco. María viaja a Buenos Aires cuando tiene 10 años y regresa a Rosario de la Frontera donde se casa y descubre que el matrimonio no es lo que ella había visto en casa de los Capdevila. Sus hijas estudian en esa ciudad y luego viajan al norte de Jujuy y se instalan a vivir allí. Alicia, Maruca, Irene y Teresa ejercen la docencia:

   
Qué desolación: un fragmento de la historia de vida de Teresa.

La Alicia la trae a la Maruja, la Maruja la trae a Irene, después la mamá me dice acompañala. Sayate… ah, eso es toda una historia. Sayate… llego con las cosas y no fui sola, fui con otra amiga, con Marta, ella también quería trabajar y me acompaña… Sayate… primero llegamos a Abra Pampa y teníamos que buscar cómo llegar a la escuela que nos habían designado. Llegamos en un camión, un tierral. Llegamos a la escuela y vemos que… era una choza. Resulta que entramos a la escuela semejante agujero en el techo y le digo a la persona que abrió la escuela “si llueve nosotras estamos mirando el cielo de aquí” le digo y entonces me dicen justo unos padres que se habían acercado, me dicen “bueno señorita si usted no se anima a vivir acá entonces tenemos la otra escuela que está en construcción… serían casi 10 kilómetros para atrás”. Estaba sola la escuela. El edificio estaba solo no había ni una casa alrededor, la más cerca estaba a 3 kilómetros…
Era una pieza chica y una sala larga, pero no tenía ni ventaba de vidrio, o sea le faltaban los vidrios, techo de chapa, piso de cemento, y todo el material ahí adentro y bueno… nos teníamos que hacer cargo del lugar. Y estábamos las dos, un tierral y un pedregal y los pozos donde podíamos tomar agua estaban llenos de sapos y ratones. Así que entonces la Irene, que tenía el auto, nos llevaba los bidones y nos tenía que durar toda la semana.  
Me acuerdo que los primeros días no había dónde comprar pan. Y venimos y justo nos quedamos sin pan, entonces, como no conocíamos nada le digo mirá Marta vamos a tener que hacer pan. Le digo yo hago la tortilla si vos te animas, bueno dice ella y resulta que como no conocíamos nada, tratábamos de cortar la tola… no podíamos arrancar ni un pedacito de tola para nada… semejante planta verde, es que es imposible cortar la tola cuando es verde. Así que bueno a buscar ramitas. Encuentro un poco. Digo con esto ya va a hacer un poco de braza, no terminábamos de poner nosotras, encendíamos el fuego, no terminábamos de poner que ya se apagaban, la tortilla… negra… no se había cocinado nada. Negra y adentro toda cruda. Y nos matábamos de risa. Mirá Marta, le digo, me parece que no vamos a comer ni la tortilla. Después la Irene me ha dado un pequeño calentorcito que funcionaba con alcohol. Te imaginas; poníamos a las dos de la tarde el jarro con agua y hervía a las cinco. Y bueno… tomábamos el té así.
Una radio nos acompañaba. La pieza donde dormíamos nosotras era dormitorio, comedor y todo. Frente a la pieza estaba el mástil. Y para mejor… esas tormentas con descargas eléctricas. Muertas de miedo las dos porque el mástil terminaba en punta y yo me acuerdo que siempre caían los rayos. La mama decía “hay que cubrir todos los espejo”; acostumbrada de la casa, cubría espejo, espejito. Todo. Encima tenía una campana pegada ahí… en la puerta, en la parte de afuera de la pieza, una semejante campana de acero que había donado la Mima “El Aguilar”. Digo mirá Marta con esta descarga cualquier día va caer un rayo, bajemos la campana, así que hemos bajado la campana ¿y qué? teníamos terror, como estaba rodeada de cerro los rayos cada dos por tres caían porque decían que esos cerros tenían mineral.  
Aparte de eso el fin de semana no había en qué volver al pueblo, estábamos desesperadas porque nos quedamos sin pan, sin agua, sin nada… salíamos al empalme que era a tres kilómetros y veíamos como que venía un vehículo, decía la gente, y salíamos al empalme y resulta que no pasaba nada… era un remolino así que a veces adentro de nuevo.

No…No había nada en ese lugar. Ya después conocimos una maestra de Agua Chica que era frente a frente y bueno el padre iba a buscarla y ahí hemos tratado de comunicarnos para poder viajar hasta Abra Pampa y volver de nuevo y a veces la chica no iba. Me dice la Irene “entonces cuando vos quieras salir, haceme señas de espejos”. Desde nuestra escuela se veía el techo de la escuela de ella, de Miraflores, parecía cerquita pero era lejos… nos espejeamos decíamos pero ella parece que no veía ni el espejo… es que la gente del norte se sabía espejear, se mandaban el mensaje con el espejo que era una seña. Un día que la chica no fue, la Irene ni mira del espejo y ya eran las cinco de la tarde y le digo a la Marta, bueno Marta vamos a la escuela de la Irene, llevemos esto nomás, unas cuantas cosas… hemos caminado las cinco, las seis, las siete y no llegábamos a la escuela de la Irene, cuando llegamos a la escuela de la Irene ya se había ido en el último camión que pasaba porque por esa ruta… resulta que llegamos allá, la escuela cerrada… no estaba mi hermana y encima, gracias a Dios que tenía… que habían dejado una puerta abierta de un comedor que estaba en construcción… así  que la señora que vio que llegábamos ahí, Doña Fortunata Ramos. Hemos hecho la cama de chapa y hemos puesto ahí una colcha que nos prestó… nos hemos muerto de frío con la Marta porque te imaginas ahí la temperatura es cuánto? 15 grados bajo cero, 10 grados bajo cero, no podíamos pegar un ojo… no había ni fuego… todo se había dejado con llave. Entonces al otro día más que volando nos levantamos a tomar sol y resulta que no venía nadie que nos pueda acercar porque el sábado no había vehículo… ni comida. Así que rezando, lo que nosotros siempre hemos heredado de la mamá es que siempre estamos pidiendo al Señor que nos acompañe, que nos ayude, todo eso… y justo llegó cerca de la escuela un vehículo, parece que la señora había pedido que vayan para retirar no sé qué… retirar las cosas de ella, así que ahí lo hablamos al señor y nos llevó hasta Abra Pampa… pero ya era el sábado ya casi a las dos de la tarde llegábamos y teníamos que volver el domingo… no disfrutábamos nada casi…

El domingo era otra historia para el lunes porque no arrancaba el vehículo, había que empujar y claro a veces exponernos un poco porque digo bueno había que ver alguien que vaya por la 40 que era muy poco transitable, menos que la ruta que iba por Miraflores, que va a Casabindo… entonces… este… una vez hablando dicen que los de Agua Potable iban por ese lado y bueno le digo: Marta vamos a hablar a Agua Potable que si nos pueden llevar. “Bueno” nos dicen; nosotros podemos llevarlas pero hasta el primer cerro nomás. Y bueno sólo hasta el primer cerro. Llevábamos el agua, llevábamos los libros de la escuela porque era la primera vez que me hacía cargo de la Dirección, llevábamos la comida y… la garrafita de 3 kilos para hacer un té y todas esas cosas. Nos dejan ahí en el primer cerro y de ahí mirábamos nosotros la escuela; le digo mirá Marta no te hagas problemas que allá es la escuela nuestra… mira se veía una cosita así, chiquitita, pero le digo ya es la escuela así que hagamos la cortada por acá… hemos hecho la cortada y eran las diez, eran las once, eran las doce, eran la una, las dos, las tres, las cuatro… a las cinco hemos llegado. Caminando con una sed terrible, veo una casa y le digo bueno… en aquella casa por lo menos nos van a convidar agua… no había nadie… la otra casa tampoco. La gente se va cambiando de lugar de acuerdo al momento que debían pastorear a sus ovejas. Llegamos a la escuela ni la portera, ni los chicos, ni nada… así que… qué desolación.


Algunas reflexiones finales.
Dos hermanas sentadas en el mismo sillón cuentan sus historias sin saber que están contando, paralelamente, acerca de la liberación femenina, que es el núcleo metafórico de estas historias de vida. Se sacan el peso que les impone su condición y se atreven a ocupar lugares "destinados" a los hombres. Julia Sajama, la bisabuela, deja que su hija se vaya a vivir a otra provincia con una familia que la visita en una oportunidad. María aprende a leer formando las palabras una por una; Irene gana un campeonato de moto en el año 76 y, un año después de esa competencia la llaman para entregarle el trofeo a un hombre; mientras que Teresa acarrea una garrafa de 3 kilos, papeles, y agua para internarse en una escuela entre los cerros jujeños. Cada una de estas mujeres se revela contra lo establecido, a su manera, claro está. 
  Nuestra cocina empieza con una historia, un sujeto que narra, y nos brinda el ingrediente más importante. Luego del encuentro y el relevamiento de la historia, desgravamos la historia de manera fiel. La leemos. Continuamos con la búsqueda de un núcleo metafórico, una metáfora que atraviese el relato de vida y que lo aúne. Después la reorganización de la información siguiendo un orden que puede ser temporal, éste es  nuestro caso. Corregimos algunos pormenores como ser falta de algunas letras, la concordancia de género, etc. pero tratamos de no alterar por completo la voz que está detrás de la narración, dejamos algunas reiteraciones o expresiones, conservamos algunos detalles que se vuelvan significativos en la historia. A lo largo del trabajo, priorizamos ciertas marcas propias de la oralidad por encima de la normativa gramatical.
El trabajo con historias de vida, enmarcado en el Seminario de Literatura folklórica de la UNJu que Elena Bossi desarrolla en su semenario, nos permitió el viaje, trasladarnos a otros tiempos, a otros lugares para encontrarnos con seres que vivían en la oralidad. La escritura es brindarles una nueva moraba porque tal vez lo que buscamos es evitar que a esta saga protagonizada por mujeres se la lleve el viento. Buscamos, en la escritura, su permanencia.

Bibliografía.
BOVO, Ana Ma. (2002) Narrar, oficio trémulo: conversaciones con Jorge Dubatti. Buenos Aires. Editorial Atuel.
ESTEBANEZ CALDERÓN, D. (2008) Diccionario de términos literarios. España. Alianza editorial.
HUERTAS UHAGÓN, Begoña. El postboom y el género testimonial: Miguel Barnet. Cauce. Núm 17. Centro Virtual Cervantes.
MAGRASSI, Guillermo, ROCA, Manuel y otros. (1980) La “historia de vida”. Buenos Aires. Centro Editor de América Latina.  




jueves, 22 de marzo de 2012

Helena

                                                                                                                                  para Hana
                                                             desde un lugar llamado Jujuy


por ella, los hombres originaron una lucha
feroz
en contra también de sus dioses

ella los contempla desde la muralla
de un nuevo hogar

pierde por momentos el rumbo
de su mirada
se sostiene de cada nuevo rostro que reconoce

dicen que él espera, en esa muralla, la muerte
que vino de la mano del amor

ellos desean regresar ahora a su patria y a su lengua

ella quiere dejar de describirle al rey
los guerreros 

quiere (por una vez) dejar de sentir el peso de sus palabras



Helena fue publicado en música para aeropuertos2013, Ed. Intravenosa: Jujuy. 

día de limpieza

Hace unos días atrás estuve en casa de mis padres, la fui a visitar a mamá porque hacía mucho tiempo que no la veía (también a mi hermana que está de visita en su casa; mi hermana viene de Tierra del Fuego). Aquel día entré a mi antiguo dormitorio; abrí la parte de arriba de mi, también, antiguo placard y saqué de unas cajas el total de 7 cuadernos (diferentes tamaños, colores, tapas duras y blandas) los guardé en la mochila, los traje aquí, donde alquilo y vivo solo. Permanecieron en la mochila hasta hoy, que fue un día de limpieza. Después de limpiarlo todo, abrí la mochila, los saqué, me puse a leerlos y encontré desde mis listados de juguetes para los Reyes Magos y para Papá Noel hasta una lista con las travesuras que hacía... no puedo creer que cuando era chico escribía mis travesuras, están enunciadas como si fueran métodos... En una agenda de Unicef, que me regaló una tía, está el listado de quienes me gustaban… pero no sólo sus nombres, sino qué en particular me atraía; están también los sabores de helados que prefería; mis sueños más descabellados están narrados, algunos acompañados con dibujos.
Pienso en esa libertad que tenía de chico al momento de escribir, por ahí pienso que esa libertad es la que hoy me falta… al parecer recién me doy cuenta (caigo) de que hay muchas cosas de aquel niño que debería recuperarlas para que esta persona hoy pueda sostenerse. A modo de agradecimiento a esos cuadernos que tanto me devolvieron, va esta breve narración sobre ellos, sobre lo que ellos aún resguardan.